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de nirse como la construcción de
hacer sencillo lo complejo, para que materia microbiológica que termina 

un espacio en el tiempo. Asimismo, su selección léxico-sintáctica  uya identi cándose con la macrobiología 
imagino a Fernando, desde su hortus 
como una corriente sin obstáculos en de la vida y la experiencia propias; de 
apertus, dirigir la mirada al río Martín un discurrir pausado pero constante la materia carnal mutada en vuelo, 

en Oliete y contemplar el discurrir en el que de nada sirve el apremio? en ave poderosa que acoge el hábitat 
del cauce cuyos guijarros fruncen las 
Aínsa logra concertar la unidad for- interior del poeta; de materia carnal 
aguas someras de la corriente, y vagar mal y la unidad de contenido, alcanza que adquiere plena conciencia de la 

de la observación a la re exión, de
bellísimos destellos porque en su decrepitud hasta desear ser víctima 
lo estático a lo móvil, de lo visible a
frente brilla aquello que los krausis- de un ágape sacri cial como gran me- 
lo imperceptible ocupándose en su tas llamaron «el rayo del genio»; con táfora del eterno retorno; de la mate- 

traslación a la rica movilización in- él anuda el lazo que identi ca la rea- ria lúdica y zoomorfa que en escorzo 
terior de un ser mutado ya en poeta. lidad exterior y el misterio desvelado 
irónico identi ca el topo excavador y 
El ayuntamiento del observador y
para ofrecer como producto de su ciego con su apéndice balaneal. Aínsa 

del pensador da por  n con el scriptor arcana gestación la intimidad de un lo ocupa todo con una mirada antro- 
—citémoslo en latín para autenticar mundo que sublima nuestras propias 
pológica restauradora de la raíz y la 
mejor su tarea y su germen—. De emociones.
sabiduría popular difuminando el 

este jardín abierto brota su poesía En ello con uye un contundente prejuicio preventivo ante lo diferente; 
como brotan las hortalizas, el nogal
acento existencial en el sentido antes 
transforma lo baladí en eminente y 
y el olivo, la higuera, el manzano y el mencionado; es decir, en el de apa- distiende la rutina doméstica hasta

almendro, y allí se envaina en la tierra rición de la realidad frente a un yo el plano universal del conocimiento 
el agua prístina  uyendo del alto hon- plenamente lírico que habrá de arro- porque se cimienta en el amor y en la 

tanar nutrido por los cumulonimbos jar sus redes exegéticas para trans-  rme pertenencia mutua del uno en 

estivales y los hielos del invierno que- formarla: desde la memoria hasta el el otro; la pérdida de la energía vital 
bradizo. Del plano cerúleo jaspeado presente, pero con clara proyección
la advierte con natural serenidad.

por los pájaros y cuyo sol es eclipsado a un futuro en cierto modo estoico; Resistencia del aire es mayúsculo 

por el ala del buitre, procede también desde la elípsis perifrástica que elude ejemplo de sinceridad moral de un 
el activo recordatorio: la bufanda roja citar a la muerte hasta la presencia poeta tardío que ha vadeado de niti- 

en Mallorca, la humedad sofocante elemental de una nuez o una patata. vamente un género literario. De este 

del Río de la Plata, el barrio Malvín Interviene en este proceso aquella ac- baño, cuando alcance la otra orilla, 
en Montevideo, Eduardo, la barca, titud socrática de autoconocimiento, aún será un hombre distinto. Tiene 

Álvaro y su Triumph de 500 cc., la pero también de reconocimiento de tiempo y lo guarda. En su respuesta 

Guzzi, la cima de Sainte-Victoire, lo externo trasladado a la corporeidad no hay lamento, sino la constatación 
Aix-en Provence, Manila, el jersey de la palabra que recrea su memoria de un hecho insoslayable que exige 

negro de cuello alto, Ginebra, la In- psíquica, a veces en paralelo a un impasibilidad, un ejercicio no tanto 

dia, Zaragoza, la hermana, mamá y presente literalmente contemplativo; de resistencia pasiva como de vitali- 
su güisqui, Nefertiti, Dorita, el padre otras, remitiéndose él mismo al aná- dad intelectual; no tanto de entereza 

melómano., tránsitos recordatorios lisis meticuloso de una externalidad como de acción literaria; y lo es sin 

encabalgados en este auténtico eutópos que jamás sucumbe a la indiferencia.
duda de  rmeza contra la escatología.
turolense fértil en su donación natu- Resistencia del aire es con pro- Anotaba Kierkegaard que la vida 

ral y señuelo irresistible para el trai- piedad una biblia, un libro de libros siempre se proyecta en el futuro, pero 

miento de realidades difusas que se en el que Aínsa recupera lo acaso es el pasado el que la impulsa.
revelan hasta adquirir su unívoco per- perdido y lo inadvertido, hacien-
En la mani esta aspiración pan- 

 l madurado por el recuerdo, señalar do buena la interrogativa duda del teísta de Fernando Aínsa con uye 

su iconografía simbólica universal y poeta «¿nunca antes de conocerte te esa otra línea casi inédita en la poesía 
 jar una mitología personal, domés- había visto?». Conjunta un universo española: el animismo, una conscien- 

tica desplazada hasta la comprensión poético donde cobra extraordinaria te restitución de las cosas a su lugar 

del lector como nomenclatura asimi- importancia la materia, un materia- de origen, de las bestias a su hábitat, 
lada al propio universo mitológico de lismo por completo exento de horror del ciclo vital a su medio natural, 

cada lector.
vacui en el laberinto de su escritura. una, en  n, identi cación del espíritu 

Al decir de Horacio, Di cile est Si Aristóteles refutó la existencia de con las cosas, con su morfología y su 
proprie communia dicere. Interesa des- ese vacío abismal, así lo atestigua la zoomorfía.

tacar la certeza horaciana: si es difícil poesía de Aínsa, pues lo ocupa todo, Resistencia del aire muestra, por 

expresar con propiedad las cosas lo llena de materia física y de sustan-  n, la riqueza poética de un optimis- 
corrientes —dice el republicano—, cia psíquica. De la materia viva que mo realista y la fe de un corazón pal- 

¿de qué herramienta se sirve para
avanza hacia su caducidad  nal; de la
pitando con naturalidad absoluta.


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