Page 41 - Crisis 14
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a la calle Sobrarbe, alcancé la iglesia — Sí, aquel Rabal marginado era mis ideas que en no pocos ambientes 

de Altabás, entré en la sacristía, saludé el terreno más apropiado para que yo, parecían revolucionarias (en algunos 
al párroco y, sin ceremonia alguna de 
si lo quería, pudiera poner en práctica sectores ciudadanos me llamaban el 
presentación, celebré la misa de 8 de la el lema de mi sacerdocio tal como lo cura rojo) o, seguramente, por mi ple- 

mañana. Supongo que los asistentes plasmé en mi divisa ministerial desde na disponibilidad, el caso es que era 
se preguntarían sorprendidos quién 
el primer día. “El Señor me ha enviado un sacerdote muy conocido en Zara- 
era, a qué venía, cómo se llamaba a evangelizar a los pobres y sanar a los goza. Se me requería en todas partes y 

aquel curita nuevo de cuya inesperada aligidos de corazón”. De hecho, era el yo nunca decía no a nadie, jamás me 
presencia en el altar nadie les había 
terreno que yo soñaba y deseaba en- negaba a lo que se me pidiera. Esta 
prevenido. Aquel espeso silencio me contrarme pues era lo que más se pa- actitud acogedora y abierta me facili- 

hirió en el alma.
recía a la realidad que yo había vivido taba el contacto con gentes de todas 
Por aquellos años, al menos en mi en mis años de niñez y juventud. Te 
clases sociales y propiciaba que se me 
caso, las relaciones entre el párroco y el conieso, hermanico del alma, que allí invitara para reuniones, iestas familia- 

coadjutor no eran ni buenas ni malas, me dejé la piel.
res y actos varios que nada tenían que 
eran nulas, no existían. Uno mandaba Repito que me sentía muy uni- 
ver con cuestiones de Iglesia. Tampoco 
y otro obedecía.
do a la gente, me identiicaba con su me faltaban invitaciones para predicar 

— Pero de Altabás, guardas un situación, intentaba solucionar los en las iestas patronales de los pueblos 
recuerdo imborrable.
innumerables problemas de los más aragoneses y de capitales y diócesis es- 

— Ese panorama me dejó des- desfavorecidos y me sentía tan feliz pañolas y para dar tandas de ejercicios 

concertado, hasta el punto de sentir que, interiormente, en mi conciencia, espirituales, un apostolado que se me 
una enorme frustración. Aquella frial- hice el propósito de no salir jamás del encomendaba con frecuencia. Bueno, 

dad fue una bofetada inesperada a mis barrio, salvo orden del Superior.
contestando a tu pregunta, no sé si 
“
entusiasmos juveniles. Durante unos fui, como tú dices, un cura de moda, 
días, traté de relexionar con serenidad pero sí que fui un cura muy conocido 

y analizar los pros y los contras de una Hoy los Cabildos y buscado.

realidad que no se parecía en nada a la españoles están en franca 
idea que yo me había hecho de lo que De coadjutor a canónigo
decadencia, languidecen 
debería ser la actividad de un cura en — ¿Cómo fue tu paso de coadju- “
progresivamente y caminan 
una parroquia obrera. Venturosamen- tor a canónigo?
te, el paso del tiempo, el conocimiento hacia su desaparición —Tras no pocas dudas, no del 

de las personas y su ambiente y, ante deinitiva
todo superadas, me decidí a optar por 

todo, la ayuda siempre providente de un cambio de vida sin saber muy bien 
Dios, hicieron que mi estancia de seis en qué consistiría la mudanza ni en 

años en el Rabal fuera la etapa en que — Empezabas a ser, y perdona, qué condiciones se desarrollaría. Tenía 

me he sentido más feliz en mi trayec- un cura “de moda”.
yo 25 años recién cumplidos y, como 
toria sacerdotal, hasta el punto de que — Ja, ja. Bueno, a ver cómo lo puede suponerse, mi propósito causó 

siempre, hasta ahora mismo, me ha digo. Mi trabajo en el Arrabal no pasó extrañeza, incluso asombro en la clere- 

atormentado la nostalgia del barrio y inadvertido en la ciudad, al otro lado cía, tanto más cuanto que la plaza ca- 
aún me sigue punzando la convicción del Puente, donde empecé a ser co- pitular llevaba anejo el delicado cargo 

de que me equivoqué al tomar la deci- nocido y llamado para predicar, dar de Archivero de las dos catedrales.

sión de hacer oposiciones al Cabildo.
conferencias, ejercicios espirituales, — ¿Cambio un poco el curso de 
Aquel párroco, de edad avanzada, cursillos, atender capellanías, bende- tu vida, claro?

no me habló jamás de algo que tuviera cir casas, locales, campos, empresas, —Laverdadesqueyonoera 

que ver con la parroquia, ni me pidió comercios, etc. Yo aprovechaba estos consciente de que ser canónigo y, más 
jamás una opinión. Bueno, en reali- actos para hablar de Dios y relacionar- aún a edad tan temprana, era un asun- 

dad, no hablamos de nada, ni siquiera me con la gente.
to relevante en la apreciación ciuda- 

del tiempo. Pero debo confesar, a favor Y por si fuera pequeño semejan- dana de la Zaragoza de entonces. Pero 
suyo y alegría mía, que me dejó liber- te escaparate, me llamaron para que enseguida me di cuenta de que pasar 

tad para que yo hiciera lo que quisiera, fuera el capellán del Real Zaragoza. de golpe de coadjutor 2o de Altabás

con tal de no crearle problemas y de Imagínate lo que yo pude disfrutar en al tratamiento de Muy Ilustre Señor 
que cumpliera en lo que me había la época gloriosa de Los Magníicos. parecía tener su relevancia social. Me 

encomendado: las misas, los enfermos Además, hay que tener en cuenta
llovieron parabienes de todas partes, el 

cuando llamaran, y los jóvenes.
que yo era casi el único sacerdote dio- Heraldo publicó la noticia con amplia 
— Altabás fue tu espacio más cesano joven en la capital y, sea por
información acompañada de una fo- 

propio.
la edad, por mi carácter alegre, por
tografía mía, pero, sobre todo, me dejó


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