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Censura
Volver a nacer
Cristina Marín Chaves
De aquella libertad de los ochenta poco queda treinta y tantos años después
Intelectualmente vine a la vida Y llegamos los hijos del desarro-
en los ochenta. Apenas era una llismo, y del baby boom y respiramos
adolescente inquieta y con ganas de libertad hasta creérnosla. Y nos pare-
comerme el mundo. Este me lo puso cía normal. Nos parecían normales
fácil y se dejó. Ante mis ojos bullía esos programas de la única cadena de
un enjambre de ideas y acciones que televisión, pero también las canciones
me invitaban no a contemplarlos con sus letras, las estéticas, actitudes,
sino a participar. Y lo mejor de ello libros, revistas, fanzines, artículos, artes
era la libertad y la creatividad que Volver a nacer (Pedro J Sanz) Lápices de color sobre papel
plásticas, performance, cine, vídeo arte,
reinaba en todo. Yo, que apenas expresiones, humor. Era apabullan-
estaba saliendo de la infancia, mi- Los ochenta bebían las mieles de te. Y no es que no hubiera nada que
raba con envidia como los niños de los transgresores de los años setenta, reivindicar, que también lo había, y
aquellos años veían un programa tan que rompieron una lanza por la liber- mucho, que aquella España aún estaba
rompedor como La bola de cristal, tad en una España mohína y pacata medio cruda y le faltaba una “vuel-
mientras que nuestra generación que asistía expectante a los estertores ta de microondas”, de aquellos que
nos habíamos tenido que conformar del franquismo – y del propio dicta- empezaban a proliferar en nuestras
una década antes con Torrebruno y dor – y las transformaciones políticas casas. Los estudiantes paralizamos
María Luisa Seco, que nos trataban y sociales que vendrían después. Estos la Universidad durante cerca de dos
como si fuéramos discapacitados cambios serían la consecuencia de la meses en 1987; los trabajadores, el país
mentales. O peor.
conluencia de los líderes que que- entero en diciembre de 1988. Los movi-
Y al escribir esto, ya entro en dos daron, volvieron o se reconvirtieron, mientos sociales eran imparables, los
cuestiones: una, que en la actualidad todavía de la época de la República, y vecinales, los antimilitaristas —que
sería impensable un programa como de una generación de jóvenes, nacidos comenzamos con “Bases no, OTAN
ese en cualquiera de las cadenas de en la posguerra y educados en el nacio- fuera”, luego nos metieron un gol con
ahora, por muy “progres” que nos nalcatolicismo, que miraban lo que les el referéndum del 86 y terminamos
vendan que son. Y la otra, que he dejaban ver de fuera con los ojos bien en 1990 protestando contra la primera
tenido que medir mis palabras al es- abiertos, y que, con la música de los Guerra del Golfo—, las feministas, lo
cribir “discapacitado mental” porque discos que llegaban de las bases ameri- que más tarde serían LGTB+. Se lu-
vivimos en el mundo de los eufemis- canas, dejaron de soñar con ese mun- chó, se manifestó se protestó, se actuó.
mos políticamente correctos.
do, para empezar a transformar este.
Y se pudo.
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