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Censura


Apología de la ofensa



Adrián Alonso Enguita


Donde se considera la ofensa como elemento de calidad política



Diopites, funesto e ignoto perso- se nos aparece subido a un cesto col- se veían ridiculizados por sus vecinos, 

naje de la Atenas más clásica y libre. gante para hablar con las nubes (Las señalados por aquellos con los que 

Diopites, decidor de oráculos, fanático nubes, Aristófanes). Y Platón deja es- diariamente compartían calle, tienda
y fundamentalista, religioso e ilumi- pacio, limitado, es cierto, pero angosto y plaza, y señalaba los excesos de sus 

nado. Suyo fue el decreto aprobado en a la burla siempre que no venga con propias gentes, volubles y cobardes en 

430 a. C. por el que se concretaban los acritud excesiva. La comedia como unas ocasiones, necias y temerarias
límites de la asébeia. Por él deberían arma. La comedia como garantía de en otras. Nada que ver con nuestro 

ser denunciados quienes no creyesen moderación. La comedia como iscal estamento político que vive lejos, y 

en las cosas divinas o quienes dieran popular. La comedia como síntoma de decimos un lejos cuantitativo —a kiló- 
explicaciones sobre los fenómenos “madurez.
metros en urbanizaciones vetadas a los 

celestes. Aciago decreto que hincaba el comunes— y cualitativo —a mundos 

tuétano de la investigación. Para qué Por él deberían ser extraños por sensibilidad y preocupa- 
preguntarse cuando las respuestas ya ción—. La comedia denunciaba los 
denunciados quienes no 
vienen de serie en la creencia más os- excesos ante aquellos que estaban allí 
creyesen en las cosas divinas 
cura. No agravies mi fe interior —de- expuestos en el escenario —verdade- 
bía pensar el aciago Diopites— con tus o quienes dieran explicaciones ros escraches— los cuales, como dice 

pesquisas cientíicas. De sus muescas Luis Gil en su ya clásica investigación1, 
sobre los fenómenos celestes. 
vienen Anaxágoras cuando airmaba por su carácter mediterráneo, resulta- “
que el Sol era una roca incandescente: Aciago decreto que hincaba
ban especialmente sensibles al ridículo 

hubo de huir a Lámpsaco donde mu- el tuétano de la investigación
social. Comedia como correctivo. Co- 

rió con honores a pesar de los esfuer- media como exigencia de mesura.
zos de su amigo; Aspasia habría de ser Los dos intentos para acabar con 

defendida por su amado. El amigo y
ella de los que tenemos constancia en 

el amado son uno mismo, Pericles, el Frente a la eunomía del sentir esa democracia fueron fracasados. El 
más grande político al que Tucídides oligarca —el orden de la tradición, primero del, por una parte mitológico, 

no deja de recordar y al que pone voz cerrado y trabado—, la isonomía y la por otra histórico, Solón, quien prohi- 

en su longeva Oración. Nada pudo
isegoría del sentir democrático, a saber, bió hablar mal de los muertos, también 
el demócrata contra el idólatra. A su la igualdad entre la ley, la igualdad en de los vivos en zonas sensibles —tem- 

cargo contamos dos desgracias más: la la palabra. Todo ciudadano compartía plos, tribunales, espectáculos, etc.—. 

peor, a llorar todavía hoy, la muerte de la facultad de la franqueza, facultad Ley en absoluto desuso. Otro, el de 
Sócrates —impío, que decían sus acu- muy estimada. Se deslizaba, por tanto, Moríquides, quien en 440 a. C. logró 

sadores—; la otra es la de Protágoras la parresia, el «todo decir», la sinceri- aprobar una ley que restringía la come- 

el cual, a causa de su osadía intelectual dad más excesiva. Y nada más excesivo dia, concretamente los escarnios públi- 
—esa maldita lectura pública de su que la comedia ateniense, verdadero cos de personajes famosos. Esta ley fue 

Sobre los dioses— terminó con sus obras lugar de chanzas hirientes y lechas ve- abolida por el demos tres años más tarde. 

quemadas.
nenosas a los personajes más queridos. El demos era temeroso de la hybris de
Uno huido, otra en debilidad, Allí los temerarios cómicos se atrevían los gobernantes, y estos eran temerosos 

aquel muerto, este silenciado a la contra los personajes poderosos, es de la hybris del demos. Los gobernantes, 

posteridad. Funesta maniobra. Y, sin cierto, pero incluso contra el sentir po- como decía el Filósofo, para mandar pri- 
embargo, Atenas ha de ser reconocida pular no les temblaba la pluma al nado mero decían aprender a ser mandados, 

como un bálsamo para los librepen- contracorriente, ya fuese defendiendo y el demos no estaba dispuesto a ausen- 

sadores. Nada que ver con la Roma la paz en época de guerra, ya fuese en- tarse de su dominio. El demos, en el fon- 
republicana, qué decir de la imperial. comiando al enemigo que cercaba las do, era la Bestia que denunciaba Platón 

En Atenas el demos era consciente de su puertas de la ciudad.
ante la cual los grandes personajes se

fuerza y de la pertinencia su uso. No La comedia era el formato donde 
un uso violento, sino satírico, diremos el pueblo encontraba su defensa más 
1 Luis Gil, Censura en el mundo antiguo, Alian- 
que cómico. La comedia. Así, Sócrates
mordaz: alecciona a los políticos que
za, 2007.


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