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Censura
El auriga y el corcel con anteojeras
Víctor Herráiz
No censura quien quiere, sino quien tiene el poder. Y el poder aspira a ser indiscutiblemente
obedecido
Algo falta aquí (Julia Dorado)
¿Nacen los caballos con ante- aunque esta se proteja tras una den- ponderación, a la relexión indepen-
ojeras? Valiente disparate. Todos sa nube de ailadas estacas.
diente, a la duda. En cambio, la vi-
sabemos que es su dueño o su jinete Ver parcialmente. Las anteojeras sión frontal única propicia la seguri-
quien coloca al caballo esas piezas no pretenden suspender la visión dad, la concentración en el objetivo,
en torno a los ojos, cuando va a usar total. Un corcel así perdería su utili- la ejecución eicaz del plan rector.
de él. Y todo con un claro propósito: dad, no serviría al que lo monta para El que lleva las riendas. Ahí está
que el cuadrúpedo no se distraiga nada. Lo que persiguen las anteoje- la clave. En la relación auriga/equino
con lo que pudiera ver por los lados ras, esas vaquetas situadas al lado de el primero manda y el otro obedece;
y se concentre sin chistar en cumplir los ojos, es modiicar la visión de la uno dispone y el otro se somete a su
con el trabajo o la meta que se le exi- realidad; que veas solo lo que quie- servicio. Es una cuestión de poder. Y
ge, bien sea arar un campo, acarrear re que veas el que lleva las riendas. lo consideramos normal porque por
cargas, ganar la carrera en el hipó- ¿Para qué más? Vista al frente, en “voluntad divina” expresada en el
dromo o ir a la guerra para acometer marcha, ¡ar! La visión (multi)lateral mandato bíblico del Génesis tanto los
sin titubeos a la infantería enemiga,
es problemática, predispone a la
que llamamos “nobles brutos” como
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