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Sin título (Silvia Castell)
sometían. Y la Bestia sabía de su ailado nado. La ofensa, aprendemos, revela La comedia era el
colmillo, la comedia.
la madurez del ofendido. La ofensa, formato donde el pueblo
No obstante, sabemos de algunas en deinitiva, nos maniiesta el gro-
encontraba su defensa
reacciones ante algunas obras. Con- sor de una piel que solo los años y
más mordaz: alecciona a
cretamente de una que salpicó a un la libertad crítica tornan cuero. Dos
comediógrafo amigo de Temístocles. noticias que nos ponen frente al los políticos que se veían
Frínico osó, parece que a petición del espejo. La primera es lejana: en 1999
ridiculizados por sus vecinos,
mismo Temístocles, a representar una el ayuntamiento de Huelva advirtió
obra hoy perdida, La toma de Mileto, a los potenciales espectadores de La señalados por aquellos
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contemporánea a la gran catástrofe de asamblea de mujeres que el texto
con los que diariamente
vidas atenienses, demasiado cercana en de Aristófanes podría resultar ofen- compartían calle, tienda y
el tiempo como para no revolver con sivo —véase la estima en que este
plaza
inevitable desgarro las entrañas de los consistorio tenía a sus vecinos—. La
hijos, mujeres y padres de los allí falle- segunda aun coletea: el feminismo
cidos. La obra se prohibió, Frínico fue del «metoo» ha llegado a denunciar, Algo creo que hemos de apren-
condenado a una multa y los autores en uno de sus extremos, la obra de der: la ofensa, para estos hombres
aprendieron que determinados temas, Nabokov, Lolita. Decían sentirse que se atrevieron a construir una in-
los referentes a las heridas no cicatriza- ofendidos, decían defender la li- creíble locura, una increíble mentira
das, no eran del agrado del demos. Tan bertad. Con suerte no llegarán a la que todavía hoy admiramos, rendía,
solo una excepción: las representacio- pausa de Pausanias en El banquete no como límite a la expresión, no
nes de la batalla de Salamina —pre- de Platón: igual optaban, llegado ese como peligro a la democracia, sino
cisamente obra de Frínico y de Esqui- punto, por medidas más del gusto como salvaguarda del pensamiento,
lo— esquivaron la censura tácita. La de Diopites.
como protección del demos. La ofen-
madurez del demos no soportó la herida sa, nos enseñan, es como se recuerda
abierta, y parece comprensible.
al gobernante que primero es gober-
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