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¿Por qué no muere el teatro?


Fosilizado o putrefacto



Alfonso Plou



Pensamientos sobre la muerte del teatro, desde los textos del programa de la segunda obra 

del autor de este artículo: La ciudad, noches y pájaros







































Cartel de la obra La ciudad, noches y pájaros (Diseño grá co Teatra)


Cuando Mariano Anós, amigo, mío que miraba al frente, o sea que me obra era el también prometedor direc- 

maestro y director escénico de mi pri- miraba directamente a los ojos que le tor Ernesto Caballero, hoy director del 
mera obra, me propuso escribir un tex- miraban. La producción era de 1990,
Centro Dramático Nacional. Y entre 

to sobre la hipotética muerte del teatro, es decir que yo contaba con 26 años y los 12 intérpretes estaba una actriz de 

me vino directamente a la cabeza un ahora tengo 52. De repente ahí estaba gran impacto en ese momento como 
artículo que escribí para el programa viéndome cuando tenía exactamente la Maruchi León y un actor zaragozano 

de mi segunda obra estrenada: La ciu- mitad de la edad que tengo ahora. La que ya había participado en mi prime- 

dad, noches y pájaros. Recordé entonces, mirada de aquel joven que era yo me ra obra: Mariano Gracia.
cual madalena de Proust, que allí ha- trasmitía ternura, aunque denotaba Eran desde luego unas circuns- 

bía escrito que el teatro estaba muerto algo de petulancia, quizás debido a un tancias como para sentirse satisfecho 

y que esa declaración había provocado corte de pelo marcado inevitablemente de uno mismo y quizás por ello hay 
ciertas protestas de algún espectador por el  nal de los ochenta.
que disculparme que mi artículo fuese 

irritado porque dicha manifestación se El momento era desde luego cuando menos pretencioso. No quiero 

hiciera precisamente desde un progra- como para ufanarse en lo personal. decir que no siga compartiendo en lo 
ma de mano de una producción teatral Mi segunda obra había ganado el fundamental buena parte de los posi- 

en un centro dramático público.
Premio Castilla-La Mancha y había cionamientos estéticos que allí se for- 

Le hice caso a mi intuición y me acabado siendo producción propia mulaban. Pero sí, que esos postulados 
dirigí a las cajas donde guardo algunos del ya desaparecido Centro Nacional eran expuestos con un exceso de vehe- 

recuerdos pretéritos de mis vivencias de Nuevas Tendencias Escénicas, que mencia. No voy a reproducir el artículo 

teatrales y allí lo encontré y me encon- tenía su sede en lo que entonces era la entero, pero sí, porque es lo que nos 
tré. Lo primero que vi era que junto al Sala Olimpia, justo donde ahora está ocupa, el párrafo que proclamaba la 

artículo había un retrato fotográ co
el Teatro Valle-Inclán. El director de la
muerte del teatro.


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