Page 107 - Crisis 11
P. 107




luz al silencio y del silencio al aire/ se- allá de contingencias que impone un trata, además, de un paisaje detenido, 

reno de la música, destilándose gota/ a presente demasiado acuciado por di- aprisionado, en el marco de una mira- 

gota”. Si Boecio escribió de la consola- versas instancias: “Se abre la ventana
da embelesada, estática. Hay siempre 
ción de la Filosofía, bien podría (puede y entra un árbol sigiloso/ que nunca una fuerza interior que lo dinamiza, lo 

en realidad) hacerlo Tello de la conso- contemplé, sobre el cielo dorado/ de
transforma, lo trans gura, lo convierte 
lación por la Música. Muchos de sus la habitación”. Perplejidad ante un en otra cosa. Lo telúrico conecta así 

versos remiten, por su efecto sedante y don misterioso ofrecido justo en los con otra de las pulsiones de la escritura 

clari cador, a los versos inefables que límites del no estar, en el ámbito ya de de Tello: esa búsqueda de las raíces, de 
Fray Luis dedicó al músico Salinas: “el la renuncia y el despojamiento: “¿No lo originario, de una cultura ancestral 

alma se serena y viste de hermosura y me habré muerto y ahora vivo/ un que está en la sangre. No falta, por otra 

luz no usada”. Dice, a su vez, el poeta sueño del revés, mi ser intemporal?” En parte, algún eco que nos recuerda el 
aragonés: “En la noche callada está los áridos (o fecundos, según se mire) panteísmo de Juan Ramón, una visión 

sonando un piano/ y mi alma resuena, límites de la nada se produce algo pare- que trasciende de forma metafísica el 

templada en las honduras”, “Suena
cido a la fusión de antagonismos apa- paisaje mismo: “Se ha revelado/ den- 
la música que asciende desde lejos/ y rentes: así, Silencio y Sonido “andan tro de mi alma azul la eternidad, pues 

a rma el resplandor de la existencia es- tan próximos y tan fundidos que no siento/ la armonía entre cielo y tierra, y 

crita”. Un eco de El cuervo de E. A. Poe acaban jamás”, “Ambos tienen un don todo lo que estaba/ cerca y más allá del 
parece resonar en el poema “Desvelo en en la escala musical”. El mundo visto universo, ya está dentro de mí”.

la noche”: “Es alta noche y alguien está de nuevo (algo que ya hicieron los pita- Aquello que pertenece al pre- 

llamando/ a la puerta”, “¿Quién me góricos y Fray Luis de León) como una sente, a la inmediatez, al más acá, es
quiere, desventurada sombra/ qué noti- inmensa partitura. Redundante sería lo que acoge signos inquietantes de 

cias me trae en la alta noche?” Y queda insistir en ese hilo musical que recorre, deterioro, de acabamiento: “Tengo el 

ahí suspendido el texto que recrea, en como río secreto a veces y nunca estri- cuerpo/ con los huesos rodados, tengo 
su brevedad sugerente, un ambiente dente, la obra de Rosendo Tello.
el alma/ borrosa de vitrales que arrasó 

espectral como de novela gótica. No es En cuanto al paisaje, otra constan- el viento”, “¿Qué tiempo es éste/ que 

el único caso en el que Rosendo Tello te, cabe anotar una preferencia simbó- cayó como una losa en el vacío/ sobre 
incide en una cierta fantasmagoría que lica por lo crepuscular, por lo matizado mi corazón?”. Pero el poeta enseguida 

yo vinculé, al ocuparme de otro libro y tenue, por el dibujo estilizado: “Está remonta el vuelo con lucidez visiona- 

suyo, con el realismo mágico de los his- cayendo el sol y vas por un camino/ ria, oracular, templada por los dones 
panoamericanos, Rulfo especialmente. solitario, sombreado de hayas”. La hu- del tiempo vivido: si los años han caído 

Atisbar, o intuir, misteriosas presencias medad (arroyo de guijas transparentes, “como cae la nieve sobre un pozo sin 

del pasado, sus voces apagadas en horas helechos, etc.) nos hace pensar siempre fondo” (esas nieves de antaño de las 
crepusculares o nocturnas, tiene un en un paisaje pirenaico o prepirenaico. que hablaba, con melancolía y sabi- 

nexo con el rico acerbo de la literatura Nunca en el Aragón yermo y ascético. duría vital Villon) queda, por encima 

oral aragonesa, con la veta legendaria Se trata de un paisaje amable que se de las miserias de la edad, del saqueo 
del Romanticismo y, por supuesto, con inserta asimismo en la tradición del implícito al tiempo mismo, una digni- 

un tema clave en la escritura de Tello: la lugar ameno, en el simbolismo barro- dad estoica: “Saber estar siempre/ en 

veneración por los antepasados, el lati- co, en el romanticismo nórdico, dando cualquier circunstancia, abrir nuevos/ 
do, nunca silenciado, de una memoria a este adjetivo toda su amplitud. Es, senderos de la mente, contemplar los 

ancestral en su imaginario poético: “Y por supuesto y de forma básica, una abismos/ sin perder la razón”.

adivinamos que alguien nos contem- metáfora personal: los pájaros que
Y queda, como no podía ser de 
pla/ como la sombra en la transparen- en él “buscan el amparo de la noche” otra forma, la belleza como pasión 

cia del aire”, “Alguien está muy dentro apelan a la conciencia de quien intuye, irrenunciable; la belleza esencial siem- 

de nuestros sueños”.
con serenidad y lucidez, el  nal de un pre abriendo caminos, esbozando imá- 
La frontera entre lo real y lo so- camino. Todo, además, tiene un valor genes de una estremecedora desnudez: 

ñado, la irrealidad en de nitiva, se pre gurador añadido al dato objetivo: “Todo sucede en silencio, las personas/ 

produce entre otras cosas por una el frío repentino, el viento que despier- que amé, muy pronto desaparecieron/ 
especial conciencia del tiempo, de “la ta, el chasquido de unas ramas. “Tar- veo una luz de nieve a lo lejos/ y parece 

levedad del tiempo”: “¡Qué levedad de de septiembre” es otro bello poema que nevara lentamente/ en copos lumi- 

del tiempo en el no estar que somos!” que se podría añadir, como ejemplo, a nosos; en el fondo/ no veo nada, nada, 
No estar (obsérvese el juego sutil de esta estética de los espacios subjetivi- oigo el eco/ vago de una música, y no 

esa dicotomía ser-estar) acrecienta, zados, emocionales, desmaterializados sé/ si esa música es el canto humano/ o 

como compensación, el hecho de un en cierto modo. El paisajismo más allá el canto de los pájaros”. Soledad sono- 
ser meditativo que a na la percepción, de lo referencial es sin duda uno de los ra, como ya dije en otra ocasión, la del 

la capacidad de la mirada para ver más
grandes aciertos de esta poesía. No se
poeta Rosendo Tello.


107

   105   106   107   108   109