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pre ha sido así y así debe ser. Por eso, nos previene contra los peligros de la la construcción del Estado mientras
a dudar hay que aprender.
inmodesta certidumbre.
no alcancemos el conocimiento per-
La tarea de la losofía es cues- “Moderémonos” reza otro ca- fecto.
tionar, preguntarse por el sentido
pítulo. Se nota que a la autora le Sin embargo, no se puede du-
de las cosas, cambiar la perspectiva gusta el término medio aristotélico. dar siempre y de todo, ni instalarse
de la mirada, sacar de la comodidad También que admira a los so stas, en la parálisis permanente, como el
de la creencia. De modo que pensar que no solo proponían como criterio asno de la parábola de Buridán, que
puede hacer tambalear las creencias la medida humana (la homomensura acaba muriendo de hambre incapaz
en las que hemos crecido —Ortega de Protágoras) frente a las verdades de decidir de cuál de los dos monto-
sentenció que “las ideas se tienen, en absolutas y nos descubrieron que
nes iguales de heno comer. La duda
las creencias se está”— y puede in- las normas y las instituciones son no es más que un medio y no hay
comodarnos. Pero en eso consiste la humanas y relativas, no naturales
que asustarse en emplearlo a fondo.
autonomía de la razón, en salir de la e inmutables, sino que, además,
Pero, al nal, hay que atreverse a ha-
autoculpable minoría de edad, como se dedicaron a cultivar y a enseñar
cer propuestas y actuar. Si peligrosos
requería Kant. Pero ¡Es tan cómodo la dialéctica y la retórica, porque son los irre exivos que nunca dudan
ser menor de edad!, que preferimos con aban en la argumentación y
y reaccionan visceralmente, de ellos
permanecer en ella por pereza y co- en la persuasión. El espacio público no nos salvarán los escépticos y los
bardía. Por eso cuanto más sabemos es un espacio deliberativo basado
indiferentes, que dudan, no para ver
menos seguros estamos, porque la en la pluralidad y la igualdad, en el más claro y decidir mejor, sino para
sabiduría consiste en dudar de lo intercambio de ideas y de puntos
eludir la decisión y lavarse las manos
que uno cree saber.
de vista. La democracia se asienta
como Pilatos.
El primer capítulo, “Apología en el contraste de opiniones, en el Y, así como no todo es tolerable
de Ismene”, reivindica la gura de
compromiso y en la cooperación, por igual, hay que mantener algunas
la hermana de Antígona. La actitud imposible si se mantienen posicio- convicciones contra viento y ma-
dubitativa de Ismene es más pro- nes extremas hasta el nal. No es rea. Por ello, la autora nos recuerda
piamente humana, más losó ca
posible el diálogo con alguien que un texto de Isaiah Berlin sobre la
y, desde luego, más democrática, tiene una verdad fundamentada en libertad y la tolerancia, que es a su
que la actitud combativa o agonal un conocimiento absoluto, superior, vez una cita implícita de Schumpe-
de la trágica heroína, que sigue sin irrefutable. Y, como nadie tiene la ter, también citada por Rorty: «Ser
vacilar los impulsos de su corazón, verdad absoluta, ni hay una sola idea consciente de la relativa validez de
se enfrenta al poder desde su idea de de justicia, hay que agenciarse una las propias convicciones y, aun así,
justicia verdadera, y llama a su her- cartesiana “moral provisional”, para defenderlas resueltamente, es lo que
mana “pobre miedosa”, cuando le organizar la sociedad en el mientras distingue a un hombre civilizado de
plantea sus dudas. Victoria Camps
tanto, por el que Spinoza justi caba
un bárbaro».
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