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más cerca de “un futuro en cons- y las guerras étnicas y religiosas, cación totalizadora (por no decir 

trucción” —al decir de Paul Va- las olas de refugiados que intentan totalitaria) exclusivamente política, 
lery— “construcción que se hace 
alcanzar Europa, va integrando una para insertarla del lado de la “otre- 
día a día en el presente, en el aquí vasta urdimbre de solidaridad que dad” y de la “socialidad” en las 

y en el ahora” y que, por tanto, está rebasa fronteras y se articula en relaciones inter humanas de la que 
más inserto en la idea de proba- 
organizaciones y movimientos de
solo puede bene ciarse una demo- 
bilidad que en la de certidumbre. “todo tipo.
cracia radicalizada y relaciones in- 

Ya no hay un futuro que pueda ser terculturales abiertas y dinámicas. 
determinado, hay “una pluralidad 
La utopía sigue
La utopía no debería pertenecer al 
de futuros posibles que van a de- círculo del conocimiento absoluto, 
siendo una realidad y una 
pender de la sabiduría con la cual sino del “encuentro”, lo que E. Lé- 
se perciban las tendencias contem- necesidad que ya no tiene 
vinas intuye en Totalidad e in nito 
poráneas y sus posibles impactos” como eje la construcción de como un campo de investigaciones 

(María Ramírez Ribes).
sistemas, sino la creación apenas entreabierto: la utopía de lo 
Son estas las vertientes de la 
de una responsabilidad humano.
“
utopía que pueden proyectarse más 

allá de la nostalgia y el desencan- individual unida a la 
to. Utopías que desarrollen una 
interacción colectiva.
“capacidad de rebeldía ciudadana 

sensata” y que vayan más allá de las 
propuestas ecológicas o sociales de Los exacerbados contrastes 

los movimientos contestatarios tra- entre el empobrecimiento críti-

dicionales para in uir de un modo co de una parte de la población
más determinante en la política.
y la concentración de riqueza en 

grupos minoritarios por la otra se 

Los signos de una “segunda” han traducido en una verdadera 
mundialización
“deuda social interna”, donde las 

La nueva utopía debe vincu- diferencias sociales y económicas 

larse con el diálogo intercultural, condenan a vastos sectores de la 
la apertura plural a la alteridad, la población a situaciones extremas de 

creación de espacios de mediación pobreza crítica, con todos sus efec- 

y mestizaje y debe inscribirse en
tos de marginación y de privaciones 
la mundialización de los espíritus a nivel de mera supervivencia. El 

que, con sus re exiones a escala pensamiento utópico no puede 

universal, sus luchas y resistencias, prescindir de esta realidad.
plantea alternativas reales y posi- Este proceso, según todas las 

bles a la globalización económico previsiones, se irá acelerando en los 

 nanciera imperante: inevitable próximos años. El siglo xxi nece- 
“segunda modernización” que — sita de una creciente coordinación 

según creemos— ya está en curso.
consensuada en forma interdisci- 

En efecto, todo indica que es- plinaria entre organizaciones inter- 
tamos asistiendo al inicio de una nacionales, gobiernos, asociaciones 

segunda mundialización, cuyos y organizaciones gubernamentales 

componentes no son exclusivamen- para hacer frente a la mayoría de 
te económicos, sino de civilización, estos problemas y —por qué no 

cultura y ciudadanía. Los signos decirlo— necesita también de una 

que la anuncian son plurales: polí- cierta tensión utópica.
ticos (procesos de integración y re- Para muchos, una nueva uto- 

gionalización), sociales (movimien- pía puede parecer irrealizable. Sin 

tos de resistencia y contestación a embargo, no lo es tanto. En un 
escala internacional) y culturales mundo redimensionado como el 

(hibridación, emigración, exilio, actual, todo invita para que la tex- 

interculturalidad). La reacción ética tura compleja, diversa y plural de 
que generan problemas como la tor- la realidad socio–cultural arranque 

tura, los desaparecidos, el genocidio
a la utopía de la esfera de su vo-


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