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Medalla al mérito cultural, DGA, 2003
Teruel, medalla San Jorge, 2005



— En mi libro muy posterior
contemplativa. Eran contemplativas. les. En cuanto a aquellos, mi propia 

Alcalá-Zamora y la agonía de la Repú- Y Pío XII, apiñando los dedos de la conciencia era y ha sido siempre el 
blica llamo “cardenal republicano” a mano derecha y agitándola, como último criterio, mas no opusieron re- 

Federico Tedeschini, amigo del papa hacen los italianos en signo de incer- celos, sino todo lo contrario, quienes 

Pacelli desde la infancia, nuncio en tidumbre, inquirió con gesto dubita- ejercían mi control. 1952, marzo. Lle- 
España durante la dictadura de Pri- tivo: “¿E cosa contemplano?”.
gó el tiempo de la anual ordenación 

mo de Rivera, la República y parte — Escándalo, extrañeza, sacerdotal el día de San José de cada 

de aquella guerra, defensor de la asombro. ¿Cuál fue tu reacción?
año. La de nuestro grupo se realizó 
posibilista convivencia de la Iglesia — No lo sé, un poco de todo. Lo en el Vaticano a cargo de Tedeschini 

con la República de 1931. Muchos conté en el Colegio Español y se me precisamente, apadrinados por don 

años después Jiménez Asúa, presi- hizo prometer que no lo divulgara. Juan de Borbón y doña Mercedes, 
dente de las Cortes Constituyente en He cumplido la promesa bastante quienes por primera vez se veían con 

1931, me contó en Buenos Aires sus bien. Nunca como aquel día accedí “el cardenal republicano”, a quien 

reuniones secretas con él para tratar al paradójico enigma del misterio
los monárquicos odiaban, como 
de entenderse en los artículos de de la Iglesia, a esta curiosa mezcla años más tarde me declaró el exmi- 

reforma religiosa de la Constitución de tradición, peculiar religiosidad, nistro de Franco, don Pedro Sáinz 

Tedeschini había logrado del papa racionalización retórica de la divi- Rodríguez, uno de sus líderes en el 
que los españoles fuéramos sus acó- nidad, superstición postpagana, exilio.

litos cuando descendía a oiciar en pompa seudoimperial, ambición
— ¿Un gran día?

San Pedro. Obtuve el privilegio de de poder, ansia de igura y repre- — Todo lo contrario. Los días 
subir, en el ascensor que comunica sentación, y por otra parte, sublime precedentes, de retiro espiritual, 

la basílica con sus apartamentos, a misión evangélica, pero que solo la alcancé el fondo de mi conciencia, 

buscarlo para una ceremonia, acetre sirven con sinceridad contados indi- intenté sincerarme con ella y mi 
e hisopo en mano, junto con el car- viduos casi siempre en discordancia presunta vocación, y estuve a punto 

denal, un obispo y un sacristán; y el con quienes se proclaman sus diri- de renunciar: no lo tenía claro, me 

diálogo que escuché tras las cruces gentes. Nunca pude escapar de esta abrumaba aunque me atraía, como 
con agua bendita nunca se me bo- ambigüedad.
a todo joven generoso, el deber y

rrará de la memoria. Eran no Santitá — ¿En serio?
la misión del sacerdocio, pero mis 

y Eminenza, sino Eugenio y Fredi, — De hecho, la pugna se fraguó dudas eran ya un clamor, no solo 
como cuando chicos. Bajando, le a la vez, y a la vez se resolvió, tanto respecto al origen divino del cristia- 

preguntó el papa por la difícil elec- en mis estudios como en mi vida nismo y de la Iglesia, sino al de Jesús 

ción de superiora de unas monjas personal. Con la acostumbrada bri- como Cristo, a la veracidad o posi- 
que el cardenal tenía encomendadas, llantez superé todos los obstáculos bilidad intelectual de los grandes 

y quiso saber si eran de vida activa o
tanto espirituales como intelectua-
insoportables dogmas como Trini-


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