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Hasta llegué a concebir un libro completo inspirado Sobre este poema del libro de Vold escribí el si-
en otro. Preparando una antología del poeta noruego Jan guiente.
Erik Vold me topé con su poemario En sirkel is que trata
de su infancia y del deporte nacional de Noruega que es el La canción de los segundos
patinaje de velocidad. Me pareció importante y seleccioné The winner takes it all (ABBA)
lo que, siendo representativo, era traducible. En el curso
¿Hay alguien interesado
de la traducción o, más bien, de trasposición cultural, lo en la canción de los segundos?
que me ocurrió, y eso es lo relevante, fue que donde él Del subcampeón. (Aparte de la buena esposa.)
ponía círculo yo traducía mentalmente rectángulo, don-
¿De los que perdieron una liga
de él escribía patinaje yo leía fútbol y donde él evocaba al fallar un penalti en el último minuto?
Bislet, yo Torrero, es decir, el viejo campo del Zaragoza.
¿De los que perdieron una final de copa
Eso me movió a hacer un ejercicio de memoria so-
por dos goles en el tiempo de descuento?
bre una infancia vivida en Zaragoza en torno a un balón, ¿Por un gol en claro fuera de juego?
y posteriormente sobre el deporte rey, impulsado por un Esos segundos sin los que no habría primeros,
libro noruego sobre el patinaje, asombrándome de los
esos que nos enseñaron tanto de la vida.
azarosos mecanismos que mueven los recuerdos.
¿Quién se acuerda de Nagasaki
La canción de los segundos
tan aniquilada como Hiroshima?
¿Quién quiere oír
—¡hasta en el dolor sólo cuenta el primero!
la canción de los segundos? La de los que se hundían Aprendimos que los últimos no serán los primeros
en la tercera
—diga lo que diga el Evangelio—
vuelta. Los que salían optimistas, pero luego
y que los primeros serán siempre los primeros
les aparecía de repente esa chepa
—aunque los ricos también lloren.
en la espalda. De los que sabían lo que es
Pero, a veces, vimos que la justiciera memoria
agarrar una pájara.
olvidaba al triste campeón
Los que hicieron un mal
y recordaba a los húngaros del 54,
500 metros como para poder imponerse en
la “naranja mecánica” de los 70,
la clasiicación general. Los que
a los brasileños del mundial del 82,
destacaban en Fagernes
esos perdedores que se hicieron inolvidables .
en marzo. Los que se quedaron clavados en la salida ¿Quién recuerda a los campeones de aquellas fechas?
y perdieron
Sólo la cicatera estadística.
una medallla clarísima. Si no había bodrio
Pero el tiempo borrará la hermosa leyenda
en la salida, había
y sólo quedará el desalmado informe de las cifras.
bodrio en el cambio. Los que se cayeron
en el momento decisivo. Los
que habían comido algo que no les sentaba
bien. Los que andaban de uñas
con los directivos. Los que
no tenían los papeles burocráticos
en orden. Los que sacaron en el sorteo
la calle exterior en la última vuelta
de los mil quinientos. El
sempiterno segundo, cuyo nombre
apenas se menciona. El eterno segundo en cuyo brillo
siempre se va a mirar
el primero. El segundo
imprescindible, que nos ha enseñado
algo sobre la vida.
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