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desplazamientos. En ella, como
rompe el molde del individuo para desencadenar la potencia de lo 

es sabido, una frágil y diminuta abrirlo longitudinalmente a afectos
sublime. Burke y Kant cartografían 
silueta parece estremecerse frente al 
e intensidades que lo transforman
dos modalidades de lo sublime, 
desolado paraje donde se encuentra, y transforman de paso la imagen
Antonio Negri lo resume así en Arte 

bajo un cielo plomizo al borde de un que tiene de sí a luz de las nuevas y Multitudo (Madrid, Minima Trotta, 
tumultuoso y oscuro mar.
potencias que le poseen. La 2000): Por un lado,
naturaleza se conigura como una 

De ningún artista del Quattrocento imagen del exterior, del exterior lo sublime natural que es revelado
absolutizado —lo que está fuera de 
puede surgir esta imagen desolada.
por algún espectáculo grandioso de la 
La dignidad cósmica del hombre— control— pero, al tiempo, emerge naturaleza y que impone el terror al 

microscosmos proclamado por
como relejo del interior, de un ánimo sensible; (por otro) lo sublime 
interior en fuga, problematizado,
Pico della Mirandola no tiene quizá matemático, o el espectáculo de lo 
equivalencia en la historia. En la que encuentra, precisamente, en esa indeinido matemático, un shock 

revolución renacentista, los hermosos naturaleza la vía de representación intelectual que aterroriza el ánimo 
apropiada a los nuevos afectos. 
paisajes toscanos son delicados tapices racional. Ahora bien, ellos nos 
en los que se proyecta el creciente poder Donde había —siglos XVI-XVIII— explicaron que estas grandes emociones 

humano. (..) Frente a esta concepción, una conianza más o menos vacilante, del ánimo preparan la liberación de la 
más o menos orgullosa, en el ser 
en la pintura romántica el paisaje deja imaginación. Pero, ¿qué liberación?
de entender como necesaria la presencia humano —sin obviar la tramposa 

del hombre. El paisaje se autonomiza apariencia o las complicaciones de
La vivencia de lo sublime como 
la disciplina cientíica— el paisaje suspensión de la cadena del sentido 
(.), se hace trágico porque reconoce 
desmesuradamente la escisión entre la desaparecía, la naturaleza también. provoca en el sujeto enfrentado

naturaleza y el hombre. (p. 15—17).
En todo caso – Renacimiento, a ella el deseo de restablecer esa 
Barroco, Neoclásico, todo el ciclo
conexión a in de incorporar 

La naturaleza es algo que escapa de la pintura moderna— quedaba
apropiadamente la desmesura de

al control, aplasta al ser humano,
el telón de fondo pastoril, la los nuevos afectos. Por ello, es una 
sin ninguna consideración, como
arquitectura y la jardinería. Ahora, vivencia productiva y, políticamente, 

los dioses sordos, mudos y ciegos con el romanticismo, el paisaje — incluso paradigmáticamente 

para los hombres cuyo irreductible emblema de exterioridad— pasa a productiva: apenas cabe imaginarse 
apartamiento Hölderlin constatara en formar parte de lo interior y abre el el ciclo de revoluciones que recorre

Pan y Vino.
camino al poder de la imaginación. el mundo desde 1789 hasta 1917 sin 

Aquí como en otras pinturas — En palabras de Argullol, “el ojo deja una experiencia de la historia, del 
suyas y de otros contemporáneos— de tener un lugar central y pierde su acontecimiento vivido y de la propia 

el paisaje ha dejado de ser un marco percepción omnicomprensiva (.)
vivencia mediadas por lo sublime. 

exterior para la distribución y El reino de la luz se sumerge en el “Aquí la historia —continua Negri— 
contextualización de los personajes reino de la sombra y del claroscuro. se hace apasionante, porque la 

para convertirse en una imagen del Sujeto y objeto luchan entre sí imaginación solo puede liberarse

carácter o de los sentimientos del distanciándose y confundiéndose.” en la medida en que reconoce la 
protagonista, una cartografía de
(37). Es un nuevo (des)acomodo en naturaleza práctica de la emoción

la interioridad del sujeto. El que
el mundo, unas nuevas coordenadas, de lo sublime. De este modo, como

los personajes —como la solitaria expresión de unas longitudes
la imaginación, el sentimiento de
igura de El viajero ante el mar de y latitudes que desdibujan las los sublime es una encrucijada de la 

nubes— aparezcan de espaldas remite formas de identidad establecidas
razón y la sensibilidad, de la razón 

el paisaje a una interioridad que y reverberan unas condiciones pura y práctica. Aquí se opera una 
somos nosotros. No se trata solo de materiales inéditas que anuncian especie de revolución copernicana de 

un paisaje, sino de la vivencia de lo nuevos modos para la conlictividad. la sensibilidad” (p.34). Negri concluye 

sublime.
El paisaje, al tiempo, retrocede, se que esta experiencia del “límite 
La naturaleza muestra las puebla de minas y fábricas, torturado absoluto” se convierte en “admiración 

debilidades de una razón que
y cubierto de montañas de escoria, sombría” y “ciega voluntad de 

no puede abarcarla. De este
invadido paulatinamente por las superación” pero, al tiempo, en 
modo, incorporada a través de
nuevas ciudades, el paisaje de “urgencia de la imaginación”. “Así 

esa dimensión latitudinal de los talleres de la industrialización. Es el pues, el sentido de lo sublime no 

cuerpos, compone el temperamento progreso.
puede ser impotente, al contrario
melancólico pero también propicia Sin embargo, el paisaje a esas nos arranca de la impotencia (...) nos 

la experiencia de lo sublime, que
alturas ha jugado una baza decisiva,
obliga a saltar más allá del horizonte


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