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algunas composiciones iniciales que se conocen pero que redescu- 

como “Noche porteña” o “Susurros bren volcanes y pasiones. Cuerpo 
de milonga”—, y que, más allá de 
de Ella, la interminable, el último 
las obvias referencias geográficas, océano que no tiene nombre... Y 

reaparece una y otra vez dando a añadiría un tercer eje para ilustrar 
entender, y justificando la congoja, 
esta breve aproximación al magnífi- 
que Ella se ha ido, que está distante co poemario, pues resulta que, estos 

o es una sombra que cruza como un Cincuenta y dos poemas de ultra-amor, 
fantasma becqueriano. La distancia 
tan arrebatados por la impaciencia 
es la dimensión que hace revivir el y el deseo, que siembran el regusto 

amor y que convierte el sentimiento de lo perdido huyen de todo tinte 
en un tesoro inestimable: «¿cómo melodramático. Safo se lamentaba, 

preocuparme/si viví la vida enamo- derrotada, en la roca de Léucade, 

rado?», leemos en un poema tardío. pensando el vinagre de la muerte

Distancia geográfica o sentimental, y la pena de por el abandono amo- 

el amor atraviesa la vida cotidia- roso. Diferentemente, los poemas 

na, los callejeos ciudadanos y los de Eugenio Mateo retan el desafío 
sueños candentes que fusionan de la ausencia para reafirmar la 

deseo y carne: «y busco compartir/ palabra ardorosa del amante: «es 

el estertor impaciente de la vida». áobligatorio el pervivir,/inapelable 
Pero tal distancia se esfuma. Se la misión de conquistarte», aunque 

distancia y, paradójicamente, es haya de transitarse con obcecación 

clida proximidad. Se trata, y así lo áesa “Senda infinita” en alguno de 
creo, de la segunda vértebra de este cuyos recovecos se amamanta el 
á
inabarcable libro. Porque la dis- óíñcalor de Ella.


tancia se diluye en el erotismo que íY no quisiera firmar este breve 
atraviesa los poemas de Eugenio escrito sin aludir a algunos aspec- 
é
Mateo. Es difcil conversar o discur- útos formales que me parecen alta- 
óáí
sear sobre el erotismo. He vuelto a émente sugerentes. Por una parte,

seguir con prudencia y admiración la hermosísima selva lingüística 
ñá
los apuntes que Pasolini escribie-
que atraviesa todos los poemas:


ra hace ms de medio siglo sobre nos encontramos con un lenguaje 
asunto tan arduo, asentando que el no depurado sino vertiginoso, que 
á
erotismo es la forma de encuentro me recuerda las piruetas siempre 

de los cuerpos, la nica, la sublime, sorprendentes del mejor Neruda y, 
la sagrada. Erotismo es, entonces, la ídesde luego, fundidas en el taller 

congregacin de los benditos libe- del lenguaje anterior al descalabro 

rados. Y el libro de Eugenio Mateo actual de la poesía. Y lo que sor- 
es una reivindicacin, mortecina y prende, por otra parte, es que las á

valiente, del erotismo. Gran parte composiciones, hilvanadas por el é

de los poemas que leo son anatoma mismo afán de afianzar la belleza, 
de los cuerpos que se encuentran, conjugan la voz de la naturaleza y el 

retorcidos, que se extraan, que se trfico de lo urbano, la calidez de lo 

buscan, que alucinan en ese planeta domstico y la ilustración del mun- 
donde habamos prometido encon- do que se agita a nuestro alrededor.


trarnos, donde estbamos antes de Belleza, belleza pura este poe- 

la Distancia y los adioses detrs de mario de Eugenio Mateo Otto que 
las ventanas del caf marmolado y puede leerse como breviario del 

solitario. Cuerpos buscndose, ma- amor perdido y vivo. Belleza, belle- 

nos alargadas, la piel que comienza za pura.

a oler a cario, vrtigo y olor a no- 

che sonmbula. Han de leerse los 

poemas: cartografa de cuerpos, 
viajes repentinos y gozosos, descu- 

brimiento de rincones del cuerpo



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