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Publica, sin embargo, algunas ¿Hacia dónde se dirige la huma- yuntura suficiente, se destrozarían,


obras de temática distinta, como la óínidad? ¿Qué porvenir le aguarda al en un futuro, en una guerra nuclear. 

novela corta, editada en 1924 por Suce- óúáíhombre? Estos interrogantes de preo- La «ira del sol», el accidente solar, es 
sores de Rivadeneyra, Su primer baile, ícupante formulación, que cincuenta en la novela como un símbolo de esa 
é
dura reprimenda moral sobre nuevas íúaños antes se hacía Blondel-Clenda- eclosión atómica. Como dice Ignacio 
costumbres de la época, o la novela íóbims-Mendizábal en Elois y Morlocks, Mendizábal refiriéndose a su padre: 
óé
histrica —género por el que también óvuelven a plantearse en esta otra nove- «Era ya septuagenario, pero, horrori- 

estuvo muy interesado— La colisión áála de anticipación, pues La ira del sol se zado por la conflagración (la segunda 
(Editora Internacional, 1925), sobre el ósitúa en los postreros años de nuestro guerra mundial), dedicó los últimos 
ú
relato de un suceso contemporáneo ópasado siglo, en los que el autor imagi- años de su existencia a dar con esta 
á
que le cont el embajador de España ína una situación límite: un accidente novela —que se pudiera llamar no 
en Londres. A este mismo género his- solar que ocasiona la ceguera de los testimonial sino “testamentaria”— un 
í
trico pertenece Guerra y amor, otra de habitantes del hemisferio occidental estremecedor toque de atención sobre 

sus novelas no publicadas.
ódel planeta, y los pone a merced de la cómo podrían las atrocidades y horro- 
El entusiasmo y la capacidad de óprepotencia oriental (léase Rusia, Chi- res de 1945 prolongarse, magnificados, 
áó
trabajo eran tan grandes en Mendizá- éóóñna, Japón).
cincuenta años después». Es curioso 

bal que en las ediciones de aquellos íLa novela tiene un profundo sen- mencionar que Georges Orwell escribe 
primeros libros ya anunciaba como átido alegórico y el capricho solar, sus en el 48, al tiempo que Mendizábal, la 

«dispuestas para su publicacin suce- destellos cegadores, ha de entenderse novela que anticipará también en 50 

siva» una larga serie de ttulos como en el marco de ese carácter alegórico áaños sus terribles premoniciones, 1984. 
Los Amancio de Somoza, Amancio IV de que Mendizábal da a su relato. Hay íDos obras de un mismo género sur- 
á
Somoza, ¿Humanidades?, Viaje al pas que señalar que la novela fue escrita ígidas, por tanto, del impacto de una 
óé
del amor libre, Barcelonismo, Los de en entre 1945 y 1949, es decir, al término úóóácomún tragedia.

medio, El conde de Talmonte, Don Roque de la segunda guerra mundial, y la Pero además, la religiosidad 

Zuazola, catedrtico, El forjador Jos Ber- tragedia del conflicto bélico, con su radical del autor le lleva, sobre la fu- 
óóí
nal, Zeradn Itumge (novela relativista), punto final en las pavorosas explosio- íturización política, a dar a su fábula 
Zelos, Celos y Celo...
nes atmicas, son claves para entender íuna dimensión ejemplar, y esa ira del 
íó
Al morir, segn nos confirm
la intencionalidad del autor.
sol, al modo de un castigo bíblico, se 

su hijo Ignacio, dej una docena de Segn se nos cuenta en una nota alza como una respuesta a la locura de 
novelas inditas, manuscritas o meca- previa del libro —escrita por el hijo óélos hombres, como una advertencia 
á
nografiadas, ms o menos fantsticas, del autor, y redactor final de la obra, también para los hombres de nuestros 
íí
«o en todo caso de alta imaginacin», Ignacio— formulaba Carlos Men- días. Visión catastrofista, que abrirá su 
con ttulos como Eugenesia y Don dizbal la teora de que, por simple esperanza en unas nuevas generacio- 
éé
Quijote casado, y la ya citada Electrones deduccin y lgica, se podra suponer nes de seres otra vez «videntes», en lo 
áíó
moribundos.
hasta dnde pudieran conducir los vi- físico y en lo espiritual.

cios y los defectos humanos, fundn- Carlos Mendizábal, ingeniero, in- 

La recuperacin de un autor
dose en los antecedentes de su poltica ventor, escritor de ficciones futuristas, 

Elois y Morlocks, Pygmalin y Ga- y de su sociologa. Esta teora determi- regresó insólitamente del mundo del 
latea y Anafrodisis, ms las dos novelas nista, ya presente en Elois y Morlocks, olvido, casi como en una de esas ficcio- á

breves Su primer baile y La colisin, eran vuelve a servir a la trama futurista
nes que tanto amaba. Pero su regreso íó

las nicas novelas que Carlos Men- de La ira del sol, «imaginar lo que en fue meteórico, como un fuego fatuo, 
dizbal logr ver publicadas en vida. los problemas y locuras de una poca como una aparición. Volvió al mundo, á

Pero all quedaban, en sus archivos, puede haber de gestacin de una ca- a la literatura, con una novela escrita 
áá
los numerosos textos manuscritos que tstrofe futura». Y es con esta tcnica ms de treinta años antes. Pero sólo óúó
haba ido escribiendo hasta su muer- anticipadora, con el mtodo deductivo momentneamente. No fue posible su 
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te. Y es en 1983, treinta y cuatro aos as formulado, como se «adivina» ese rescate. Mereci, eso sí, un cuidadoso é

despus de aquella, cuando aparece, momento apocalptico, que no es sino y brillante anlisis de José-Carlos Mai- ñ
rescatando aquel anagrama de Zaca- la extrapolacin de aquella situacin ner, «Una parfrasis de H.G. Wells en 
á
ras M. Blondel de Elois y Morlocks,
postblica que al septuagenario Carlos 1909 y algunas notas sobre la fantasía ñ

su novela La ira del sol publicada por Mendizbal le toc vivir, intuyendo, cientfica en Espaa» (1986), que no 
Biblioteca Nueva tardamente en 1983, como dice la nota preliminar, dos sirvi para que Nil Santiez-Tió lo 

que sirvi para devolvernos moment- gravsimas posibilidades: que los incluyese, ni an citase, en su Antología 

neamente, como en un nuevo regreso falsos aliados, angloamericanos y de la ciencia ficcin espaola (1832-1913) 
por el tnel del tiempo wellesiano, a rusos, acabaran enfrentndose a su (1995), en la que se trata y selecciona


un autor ya olvidado.
vez, y que, si se presentase una co-
a los pioneros del gnero en nuestro



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