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Literaturas


Fernando Aínsa: el no lugar



M. Martínez-Forega


La obra ensayística de Fernando Aínsa, desde sus tentativas primeras, ha prestado una 

especial atención al concepto más moderno de la utopía





El océano Atlántico es la gran Propuestas de geopoética (2006). En estos 
metáfora omitida, el vacío que cita la análisis, se adentrará Aínsa tanto en

existencia —por defecto— de las «dos el espacio de la escritura como en el 

orillas», pero es a su vez nexo morfo- análisis del espacio físico; en el espacio 
lógico: el lugar, el expugnable espacio imaginario a la manera de Bachelard 

del tránsito de dos culturas que fueron (el espacio vivido); el espacio del lost 

diferentes y que hoy son (al menos) paradise y de la memoria (en cierta 
una híbrida. Para Fernando Aínsa, manera ambos autobiográ cos); el 

todo escritor emerge de, al menos, dos «espacio subjetivo» del pensamiento 

realidades psíquicas distintas (la social kantiano; el espacio que es interior
y la creativa); llevada esta síntesis al y es exterior, pero no por ello es un 

plano exclusivo de la psicoescritura, el espacio dual, sino un único lugar que 

escritor se transforma en un ser desu- negaría los valores absolutos de la tan- 
bicado, deslocalizado que ha de buscar gibilidad cientí ca; por supuesto que 

su sitio, un lugar por muchas razones se adentra Aínsa en la signi cación del 

prácticamente inalcanzable. Para lugar vacío (el horror vacui aristotélico) 
Aínsa, este escritor de las dos orillas y las profusas propuestas que el arte 

persevera en la búsqueda permanente literario ha dado a lo largo de la histo- 

de un lugar que, en realidad, no existe: ria para llenarlo hasta desbordarlo; el 
justamente, un u topós; es decir, la bús- espacio simbólico del jardín (apertus o 
Portada de La reconstrucción de la utopía
queda de una utopía. En el contexto conclusus); el espacio indirectamente 

estructural que, por ejemplo, describe la dualidad (las dualidades) originaria. citado (a la manera de Montale); cómo 
Lévy-Bruhl todavía no se había formu- La obra ensayística de Fernando Aín- no, el espacio de la conciencia. En 

lado la distinción entre el ser esencial y sa, desde sus tentativas primeras, ha  n, es imposible verter no todas, sino 

su representación accidental que tanto prestado una especial atención al con- siquiera algunas más de las perspec- 
juego da, hoy todavía, en la de nición cepto más moderno de la utopía; lo ha tivas abordadas por Fernando Aínsa 

del ser humano y de las comunidades hecho no solo con arreglo a su sentido en su abundante e inteligente obra 

que ha formado a lo largo de su larguí-  gurado (lo citado inexistente; lo de- analítica. Me basta ahora, para sin- 
sima historia, de sus códigos lingüís- seado permanentemente insatisfecho), tetizar sus propuestas, para aquilatar 

ticos y de sus bases psicológicas. En sino con arreglo a su signi cado eti- su conciencia estética en el abordaje 

ese contexto estructural todavía era el mológico. La tercera entrega de Aínsa del topos como lugar afecto a la hete- 
mito un esbozo y la utopía, paradóji- en este campo es de 1977: Los buscado- rogeneidad física y a la multiplicidad 

camente, una realidad en ese sentido res de utopía (Caracas, Monte Ávila). psíquica, citar las propias palabras de 

dicho psicoescritural. Sin embargo,
Pero sus trabajos posteriores están Aínsa; nos daremos cuenta, así, de su 
el logos primitivo, el que nos dio la jalonados de títulos bien explícitos: objetivo totalizador a la vez que rela- 

razón, no tardó en formular, también Necesidad de la utopía (1991), La recons- tivizador. En todo caso, son palabras 

primitivamente, pero de modo tras- trucción de la utopía (1999), De la Edad esclarecedoras respecto al concepto
cendental, la dualidad entre la física
de Oro a El Dorado: génesis del discurso y tratamiento del «lugar» desde una 

y la mística (physis-psiquis); entre lo utópico americano (1992); y aun de otros posición epistemológica:

antropológico y lo ontológico; entre lo epígrafes cuyo sesgo semántico resulta 
contingente y lo inmanente; a veces — también inequívoco: Espacios del ima- 
Construir y habitar concretan el 
exento ya del plano del pensamiento ginario latinoamericano. Propuestas de lugar, el topos; al describirlo se lo trascien- 

puro— entre la realidad y la  cción.
geopoética (2002), Narrativa hispanoame- de en logos. La representación se  ltra y 
Y esto es ya otra cosa, constituye un ricana del siglo XX: del espacio vivido al distorsiona a través de mecanismos que 

hecho que ha absorbido por completo
espacio del texto (2003), Del topos al logos.
transforman la percepción exterior en


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