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Artículo: Otro Compromiso de Caspe
desde su fundación hace medio la libertad de expresión, y menos
— Hasta mis seis años o
sigloestáenlaRedyparamíenla la libertad de pensar. Que es la que poco antes, fui un niño normal en
Nube, como un pájaro que eché a menos se ejerce en este mundo, y un mundo sin problemas. Con una
volar. Por cierto, sin licencia ecle- que en principio está a salvo de un madre muy buena, una tía que era
siástica ni ayuda estatal. Lo mismo ataque exterior. En un espacio vir- como otra madre: “mi tanta mare”,
que los tres libros de la serie Para tual y poco virtuoso nos perdemos la llamaba, y un padre que era para
una enseñanza crítica de la religión, incluso a nosotros mismos y anda- nosotros casi como Dios y en todo
que editó la revista Eucaristía.
mos perdidos sin saber a dónde. Sin caso uno de los Reyes Magos.
— ¿Cree que los medios de encontrarnos tan siquiera perdidos, Yo era el tercero de cuatro: el
comunicación digitales entrañan sin saber que lo estamos. Hemos mayor se llamaba Francisco, y la se-
un serio peligro para la libertad pasado de la comunidad a la socie- gunda Lourdes, a quien la llamába-
de expresión?
dad, y de la comunión a la comuni- mos “la Bruja” (y el padre la “meua
— No para el derecho de la cación permanente. La palabra ya Bruixa”), y la más pequeña, a la que
libertad de expresión, sino para el no es como el pan. Es como quien le llevaba tres años y la llamábamos
ejercicio de esa libertad. Vivimos oye llover. No es como el agua todos la “Coletas” por sus trenzas.
sobre ruedas y estamos, como quien necesaria para la vida, es como la Aquellos años de la infancia
dice, en trance de salir volando por mar salada donde se ahogan por fueron como el Paraíso para mí.
ahí Dios sabe dónde, pero no el desgracia tantos inmigrantes. ¡Es la Pero antes de comulgar recibí un
hermano, el prójimo, que no esta- hostia! Eso es, hablando mal.
par de hostias: mataron a mi padre
mos ya para nadie donde se tiene
y comenzó la guerra con todos sus
el cuerpo. El problema hoy no son La infancia, la naturaleza, la desastres. A primeros de Agosto
los medios de comunicación sino el felicidad
del 36, encerraron a mi padre con
abuso que se hace de ellos. En vez —Nació en Fabara, pueblo de otros cinco compañeros convir-
de comulgar y compartir el pan y
la franja oriental y catalanopar- tiendo en cárcel lo que había sido
la palabra, sentarnos a cara descu- lante de Aragón, en 1929. A los seis mi escuela. Yo fui el último que lo
bierta, o encontrarnos con los pies años las milicias anarquistas ma- vio, le llevé la comida en una cesta
en tierra en el camino, como com- taron a su padre y a tres herma- como si fuera al campo. Mi madre
pañeros, tropezamos o vamos como nos de este, uno de ellos cura. Lo me peinó, me puso los zapatos de
balas perdidas, encerrados como cuenta en su libro Recuerdos para charol y los pantalones cortos con
caracoles con la casa encima, pero la paz/Records per a la pau, editado dos tirantes, me dio dos besos y me
muy deprisa: tirando a matar y los en catalán y castellano. Su madre entregó la cesta: «Anda, ya sabes
cuernos fuera, la amenaza dispues- regentaba una fonda. Tuvo que dónde está, llévale la comida a tu
ta y la cara escondida. Con muchos salir adelante sola con cuatro hi- padre», me dijo. Y ella me siguió
contactos, seguidores quizás y hasta jos. Una fonda es un lugar de paso con la vista desde el balcón, detrás
perseguidores. En la red enredados de gentes diversas que venían de de la persiana verde hasta que me
y enredando. Ese es el peligro. No
Zaragoza y de Barcelona.
perdió de vista. Años más tarde me
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