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ción plena; eso sí, evidentemente, ce su paternidad y su maternidad. y nunca meramente como medio,
en el contexto de la plenificación Es la inmoralidad de la justicia: es porque los seres humanos tienen
de la naturaleza humana misma
el derecho invadiendo la frontera dignidad, no precio.
de cada individuo de la que es
de la moral y es la ideología del Por mi parte, y como una idea
un elemento esencial; y por eso legislador traspasando la frontera personal, puedo aventurar breve y
mismo hay que potenciarlo y
de la naturaleza humana. Vale rápidamente la idea de dignidad
garantizarlo incluso con medios alegar, porque es cierto, que hay humana como la cualidad intrín-
convencionales como las normas casos de comercio de niños, de ex- seca de las personas debida a su
sociales y las leyes jurídicas —que,
p“lotación de la mujer gestante, etc.
naturaleza humana misma, y que
entre otras cosas, para eso están, constituye a cada ser humano, para
en definitiva—. Y la tendencia y
sí mismo y para todos los demás,
el deseo reproductivo de dar vida
No hay ley que pueda
como un valor sobre todo otro va-
a un nuevo ser humano es un ele- prohibir ni obstaculizar
lor y como un fin sobre todo otro
mento constitutivo, natural, de las la dignidad humana, la fin, debiendo aceptarlo y respe-
personas; es un elemento humano,
solidaridad, el amor, el tarlo como tal —idea próxima a “
nunca demasiado humano, que Javier Gomá, pero más a fondo, y
anhelan hacer realidad sobre todo derecho a la vida ni la lejos de Steven Pinker o Ruth Mac-
muchas parejas. Ahora bien, su- klin—. Esta naturaleza humana y
voluntad de procreación
cede a veces que la fecundación y la dignidad que le es inherente es
la gestación natural más frecuente la que establece fronteras morales
no es viable debido a distintas ¡Pero esto es precisamente lo que y, por eso, las fronteras morales
causas; no obstante, contamos con hay que evitar! esto es lo que ha de son infranqueables.
investigaciones biomédicas y bio- penalizar una ley que reconozca
tecnológicas que tratan de poner la inviolabilidad de la tendencia
remedio a cada una de ellas. Tales humana a la procreación tanto
prácticas enseguida se han ido cuando la misma naturaleza no lo
introduciendo en los tratamientos impide, como cuando el desarrollo
médicos, y han sido asumidas muy del conocimiento lo posibilita, y
positivamente, fueran afectadas o que regule su aplicación garanti-
no por alguno de esos problemas, zando el respeto, la dignidad de las
por la inmensa mayoría de las personas y la plena realización de
personas que son los ciudadanos, su naturaleza humana que incluye
por la sociedad misma y por los este elemento esencial que es su
poderes públicos competentes
reproducción. No es el derecho el
que las han regulado por ley para que concede este derecho humano
hacerlas accesibles a las personas que surge de la propia naturaleza
que las necesitan garantizando, a humana, ni es el derecho el que
la vez, su respeto y su dignidad. pueda prohibirlo ni obstaculizarlo.
Todas esas prácticas, con alguna Ni puede ser la mala práctica, mo-
excepción penosa, debida a prejui- ral y jurídica, con la que se realiza
cios negativos, como la gestación en ocasiones esta voluntad íntima
subrogada son asumidas. La fuerza de procreación, causa de su nulo
de tales prejuicios negativos es tal reconocimiento legal con todas
que pocos países occidentales la las garantías necesarias. Digamos,
han garantizado y protegido intro- de paso, contra lo que se ha dicho
duciéndola en su ordenamiento alguna vez, que no vale la crítica
jurídico. Penosa, por la frustración indiscriminada, sin distinciones,
vital que sufren muchas parejas de algunas feministas denuncian-
privadas de su natural y profun- do en general, de manera muy grá-
do deseo de ser padres y madres fica pero excesivamente visceral,
de su hijo, así como por la actual que nos han prostituido la vagina
situación inmoral de desamparo a las mujeres, ahora nos quieren
humano de muchas parejas que prostituir el útero. Vale aquí el im-
tienen ya a su hijo y que la mala perativo moral de Kant de tomar
voluntad del legislador no recono-
a las personas siempre como fin
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