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para adquirir verdadero rango nove- Bien es verdad que la  gura de los componentes del “O Cenáculo” 

lesco estos hechos deben afrontarse Joaquim de Oliveira está indisolu- lisboeta, jugosísimos, donde des lan 
desde una cierta libertad imaginativa, 
blemente unida a la historia política, personajes como Antero de Quental, 
rellenando los huecos, las lagunas, social y cultural del Portugal que te Alexandre Herculano, Teó lo Braga, 

los paréntesis que la historia ofrece tocó vivir. Está considerado como Eça de Queirós, Ramalho Ortigao. 
en sus aspectos más íntimos, perso- 
uno de los padres del socialismo del Camilo Castello Branco, António José 
nales, familiares, cotidianos de los país vecino. El autor podría haberse Ennes. Por parte española no falta la 

personajes o situaciones que trata. De planteado su “novela” incluso como presencia de la plana mayor de las le- 
ahí surge la llamada novela histórica, 
una biografía, más cercana por su tras y la intelectualidad: Juan Valera, 
que con mayor o menor ambición naturaleza al género novelesco, pero Pérez Galdós, Pablo Iglesias, Giner de 

literaria tiene una larga trayectoria y esa perspectiva biográ ca hubiera los Ríos, Pi i Margall., lo que da al 
títulos esenciales en la historia de la requerido otro planteamiento y es- 
texto un atractivo extraordinario, sin 
propia literatura.
tructura narrativa. Porque la  gura olvidar, claro está, a la legión de polí- 

La contraportada de El portugués del “portugués”, especialmente por ticos que protagonizaron ese periodo 
anuncia la voluntad del libro de
su relación personal con tantos ilus- 
de la historia española. Hay también 
ser “una novela didáctica, epistolar tres personajes con los que se cruzó, un capítulo dedicado a Zaragoza y

y periodística”. Lo didáctico y pe- hubiera dado, desde otra construc- su paisanaje, que a los curiosos zara- 
riodístico no pertenecen al canon ción narrativa, un juego novelesco 
gocistas (y no me re ero a los a cio- 
novelesco, pero tampoco lo niegan. mucho más jugoso, que el autor nados al Real Club) nos sabe a poco. 

Y es verdad lo que sigue en esa nota: intenta inventándose alguna de esas No puede faltar la  gura de Joaquín 
“Aporta impagables conocimientos relaciones, en lo que quizá esté lo Costa, que tiene menos presencia de 

sobre la realidad política, social, más propiamente novelesco que nos lo que pudiera esperarse de un cos- 

cultural y económica de España y ofrece El portugués. Pero el autor tal tista enciclopédico como el autor, así 
Portugal en el último tercio del siglo vez no se haya atrevido a cruzar esa como la de Ramón y Cajal y hasta la 

XIX”. No podemos olvidar que Eloy línea roja que, de nitivamente, di- de José Martí, el luego héroe cubano, 

Fernández Clemente, historiador re- ferencia la historia de la novela, por que vivió unos años en la ciudad du- 
conocido, es un gran estudioso de la el evidente peso de historiador que rante su exilio español.

realidad portuguesa, especialmente hay en él. No digo que haya de lle- Ese mundillo literario, que rodeó 

la de los años veinte del pasado siglo gar a los Apócrifos españoles, del gran a Joaquim de Oliveira en Portugal y 
y los orígenes del “Estado novo”, y historiador aragonés del arte Julián España, si hubiera tenido más rango 

ha dedicado numerosos artículos
Gállego, que transgredió magistral- protagonista, si se hubiera contado 

a la historiografía lusa, entre ellos mente todas las líneas, pero sí una con acentos más personales, hubiera 
algunos sobre la propia  gura del aproximación a la que otro turolense constituido, sin duda, esa novela

protagonista de este libro.
ilustre, Ángel Alcalá, historiador que se ha pretendido, y a la que la 

El portugués podría pertenecer al también, consiguió en La infanta y el ambición historicista trastoca en su 
mencionado género histórico, pero cardenal.
género. Partiendo de esta primera ver- 

el autor, en este su primer intento Eloy ha pretendido acercarse
sión de El portugués, esa “otra” novela 

narrativo, al novelar la  gura de Joa- al género novelístico a través de al- podría hacerse.
quim Pedro de Oliveira Martins se gunos recursos literarios clásicos: la El portugués es, por otra parte, al 

ha dejado llevar por el interés de la voz en primera persona, el diálogo,
margen de su consideración como 

época que trata —un periodo esen- el diario, la relación epistolar. Pero novela, una obra interesantísima 
cial en la transformación política
son como moldes para contar lo que para conocer a fondo un periodo 

y social de la sociedad española y le obsesiona, la contextualización histórico de la vida española y por- 

portuguesa— y, en su afán contex- histórica, que enseñorea sus páginas, tuguesa, la evolución ideológica que 
tualizador, casi exhaustivo, la  gura incluida la transcripción de mucha tiene lugar en la Europa de la época, 

de su personaje queda tan inmersa aportación documental. El autor, a la intrahistoria que todo ello supone, 

en esa trama que casi desaparece en través de su protagonista, actúa más y que el autor re eja a través de sus 
ella. Oliveira fue un historiador,  ló- como encuestador que como conver- personajes en trazos reveladores que 

sofo y político, perteneciente a una sador; más como documentalista que no suelen aparecer en los manuales 

ilustre generación de portugueses como diarista; más como transmisor al uso. En este aspecto, eliminadas 
del periodo de entresiglos, XIX-XX, de informes que como corresponsal. las añagazas narrativas, es una obra 

que trabajó en su juventud como Aunque hay atisbos del novelista
admirable. Otra cosa es que se quie- 

ingeniero en las minas cordobesas en que pudiera ser: por ejemplo, esas ra leer como una novela, porque ahí 
los años 1870-74, periodo en que se descripciones paisajistas, con eviden- tendríamos que remitirnos a lo que 

desarrolla la novela.
tes aciertos líricos, o esos retratos de
decía don Camilo.


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