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Dos en conserva y El uno y el otro (Fotos: Teatro de la Estación) Escenas de dos obras de Rafael Campos
memorar un cuerpo que expresa con desestructurar un relato, cualquier maturgia está casi inevitablemente
el movimiento y la música la propia relato, y ponerlo a la vez a existir en inscrita en casi cualquier propuesta
vida, sin otra intención que esa mis- el tiempo mientras es contemplado, de danza. Y que lo que proponemos
ma nalidad, la de bailar sin más - no es sino establecer un orden “otro” es considerar su existencia como con-
nalidad que bailar, como una gloriosa que no puede darse sin esa dramatur- dición o procedimiento para dotar a
tautología que nos recuerda acaso el gia que está implícita en la intención algunas tentativas coreográ cas de
impulso inocente de un origen igual p“rimera.
una estructura consciente, deliberada
de inocente, gozoso, desacomplejado, y capaz de ordenar la producción
espontáneo y feliz. Y claro que sí; de la danza para contener un relato
El teatro es, de entre los
hemos visto también las improvisa- escénico previsto, construido inten- “
ciones de Israel Galván, escribiendo lenguajes artísticos, el que cionadamente y a cuya nalidad se
casi cada movimiento, cada pausa, más tiempo ha perpetuado someten todos los elementos de la
cada nuevo tiempo en cada segundo su carácter gurativo
puesta en escena.
de un reloj que improvisa su propio En este orden se verá inscrita de
tiempo, el de su propia cadencia que forma más o menos palpable una
se describe sin apenas pasar por la Digamos que hay una re exión suerte de ley de composición interna
cabeza; pero a la vez podemos pensar que parece venir de que el teatro es, que gobierna todo lo percibido en
que en esta intención sin intención de entre los lenguajes artísticos, el el escenario durante la representa-
aparente hay ya una dramaturgia que más tiempo ha perpetuado su ca- ción. Esta ley, si acaba proponiendo
implícita, hasta podríamos admitir rácter gurativo. La música, la pintu- una abstracción, no dejará de haber
que no consciente, pero inequívoca; ra, la misma literatura en cualquiera estado presente en la formación del
que la intención de esa celebración es de sus géneros ha explorado hasta la espectáculo, orientando lúcida y
una intención dramatúrgica que tiene misma abstracción formal, apelando conscientemente la elección de los
su dramaturgia hasta en su deseo de incluso al mero concepto por encima movimientos de los bailarines de
prescindir de plan previo, de dejarse de su misma expresión. Ello nos re- acuerdo con una coreografía supedi-
ir dejando salir algo que se sabe, que cuerda, por cierto, a Artaud y su ma- tada igualmente a la nalidad de la
se conoce y que surgirá con ese per- nera de rescatar al teatro para volverlo puesta en escena. Los espectadores
miso —dramatúrgico, me parece— otra vez cercano al mito, al no texto, asistirán a un relato con un sentido
de libertad creadora.
al gesto y grito primario, al signo que con gurado e inteligible o a una ex-
En el teatro contemporáneo se no remite a nada conocido que no sea periencia vecina de cualquier nivel
habla de un drama posdramático, a su misma existencia; y nos parece de abstracción experiencial, pero en
donde el orden de la dramaturgia, in- que su libro El teatro y su doble (1938) todo caso verán la con guración or-
cluso de la última dramaturgia, desa- —donde expone la denuncia del denada, estructurada y elegida de un
parece para desestructurar la unidad teatro de entonces— no es sino una plan director al que se acogen todos
del espectáculo y atender a sus partes teoría de la dramaturgia que aparece los elementos signi cantes de la obra
sin más afán que verlas actuar; sin muy próxima a alguna manera de inscritos en su dibujo nal; y singu-
más orden que su propia existencia. entender la danza contemporánea.
larmente la acción, el movimiento, y
Pero ¿esa intención no es ya un plan, Así pues, y desde este punto de toda la producción formal de los y las
un orden que desordena? Ahora bien,
vista, podemos a rmar que la dra-
actuantes.
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