Page 22 - Crisis 15
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En el hostal, un edi cio de mam- cillas, trébedes amontonados, como — No, el pueblo carece de inte- 

postería empotrado en el monte que para una subasta.
rés. Allá en el pico, más exacto en el 
fue antes lavadero y cárcel, al que se 
La voz de Santos me guía hasta cortado de la pared rocosa. Anidan 
accede por una costanera con terraza una escalera que conduce al altillo. alimoches, se pueden avistar las rapa- 

de mesas de plástico, me espera Lola.
— Espero que te guste el vino
ces, buitres, águilas reales. La natura- 
— Perdona la tardanza —Y le 
—En medio de la mesita forrada de leza está en ebullición si hay alguna 
digo que sí, que tomaré ese vermú de guata están dispuestos dos vasitos res muerta. Aunque la mañana está 

garrafa que ella me recomienda con que  anquean una botella de clarete. siendo muy aburrida —Antonio ha 
fervor. Antes de lanzarme sobre el 
Arriba el marasmo invade también sido alguacil, farmacéutico, alcalde, 
tema que me ocupa trato de arran- las endebles estanterías: tinajas, plan- gestor. De todas esas profesiones elijo 

carle una sonrisa a ese rostro lívido, chas de hierro, trampas para ratas, la de regidor para abordarle.
sin  suras.
botijos y llaves, muchas llaves oxida- 
— ¿Cómo fue ser personaje pú- 
— Estamos dejando atrás el in- das —Ya ni vino propio tenemos.
blico?

vierno.
En el apretón de manos me sor- — En un pueblo con tan pocos 
— En este pueblo los inviernos prendo de que estas sean sedosas, 
habitantes es más fácil que te caiga la 
son eternos, medio año, desde las ajenas a lo que se espera de un rudo alcaldía a que te toque la primitiva. 

primeras heladas de octubre hasta ceramista.
Pero tuve otra clase de suerte, me 
la mitad de la primavera. Es para — Eres un resistente.
tocaron las vacas gordas, ayudas de la 
resistentes.
— De eso se trata, de adaptarse. Comunidad Europea, los Leader, por 

— Como tú.
Creo que alguien, con mala leche, por ejemplo. Y algún bene cio nos trajo.
— Hubo años en que la vida cierto, dijo que la inteligencia consis- Ahora sí le he cogido los pris- 

nos sonreía, la fábrica de quesos de tía en adaptarse a cualquier circuns- máticos, aunque para nada, no veo 

oveja para la exportación. Demasia- tancia.
rapaces, ni vuelos ni nidos. Así que 
do papeleo con la denominación de — Pero teníais proyectos, inclu- los dirijo hacia abajo, al barranco, un 

origen. Y con la tienda recién inau- so formaste parte de un grupo, un salto vertiginoso de más de ochenta 

gurada.
colectivo artístico, ¿no? —Comprue- metros que se desliza en la profun- 
— Todavía conserváis el gana- bo que es imprudente apurar el vino didad musgosa del riachuelo —¿Y el 

do, si no me equivoco.
servido, al instante me ha repuesto el presente?

— Teníamos un pastor, un afri- vaso hasta los bordes.
— No me puedo quejar, mi pa- 
cano que apareció por aquí con la — Sí, los hubo. Gracia y Arte lo reja es joven y quizás contribuyamos 

familia. Le proporcionaron una casa, bautizamos, y no nos fue mal. De eso a la supervivencia de la escuela. 

pero hace poco se nos ha hecho alba- hace ya veinte años. Aquella gracia se Quién sabe —Suspiro aliviado, 
ñil, que es más lucrativo. Cualquier transformó en desgracia —Se ríe él brindo por el futuro de esa bendita 

día nos quitamos las ovejas.
para adentro cuando empuña uno de criatura tan necesaria con un golpe de 

Estamos con el segundo vermú, los cencerros que reposan mudos en güisqui.
unas campanadas rotundas caen la balda superior.
— ¿Y del péndulo no me dices 

sobre nosotros desde la torre avisán- — Ya conoces la ley —Y el nada?

donos del mediodía. Suena una jota.
cencerro emite dos tañidos que se — Bueno eso es algo universal, 
— Ya conoces la ley del pén- prolongan en este extraño museo de las ciencias, la historia, la crítica, la 

dulo —me sonríe por  n Lola y su aluvión.
misma moda. Un triste pueblo no se 

vaso rojizo cargado de hielos oscila, — Me voy familiarizando con iba a librar de esa ley.
al compás de los sones joteros, de ella —concluyo a la vez que me bebo Aunque podría rodar por este 

izquierda a derecha, de derecha a el quinto vaso de clarete.
camino empedrado llamo a mi ase- 

izquierda. Asiento y añado que esa El alcohol ingerido no perdona y sor cientí co, Fernando, aunque es 
ley cuenta con bastantes seguidores ascender al siguiente domicilio en el la hora de la siesta y arrancarlo de 

en este pueblo.
Pueyo, más claro agua, es un calvario. ella va a ser doloroso —Claro que es 

En los soportales de la plaza Cuento las estaciones, la décima es fácil de saber —responde al  n—, 
mayor entre dos bancos de obra el un precioso baluarte con arquería de solo has de darme la longitud del 

portón de madera bruñida se abre azul añil.
péndulo, y sabremos con rotundidad 

lentamente.
— Vivir más alto es imposible cuál es el periodo de oscilación, ni 
— Bienvenido —escucho una —le digo jadeante al hombre barba- más ni menos que dos por pi, raíz 

voz que baja de las alturas. Más que do y cetrino que me estrecha la mano cuadrada de la longitud. —Para, 

el museo esperado el zaguán des- después de colgarse al cuello los pris- Fernando —le corto—, primero he 
ordenado y ancho resulta un bazar máticos. ¿Son para escudriñar a tus de anotar las opiniones, luego ire- 

exótico: molinillos alineados, tena-
paisanos?
mos con la ciencia.


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