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De péndulos y pensamientos


Tiempo individual y memoria colectiva



Fernando Aínsa


Divagación sobre el tiempo inspirada durante un plácido paseo matutino de un día feriado










Esta mañana de un día feriado de la historia. La denominación de va. La legitimación del orden estable- 

hemos decidido creernos dueños del plazas centrales, avenidas, calles y cido que esta recuperación selectiva 
tiempo. No sólo de las horas libres
callejuelas, placas recordatorias y mo- del pasado de ne es más política que 

de que disponemos hoy, sino de los numentos consagra el «discurso del cientí ca, aunque se apoye en aconte- 

recuerdos que queremos evocar libre- poder» vigente. A través de su clara cimientos reales, documentos  dedig- 
mente y los planes que imaginamos función nemotécnica la ideología nos e interpretaciones históricas. En la 

para el porvenir. Tiempo que reivin- imperante se legitima y condiciona incorporación intencional y selectiva 

dicamos como nuestro, hecho de un n“u e s t r a m e m o r i a i n d i v i d u a l .
del pasado lejano e inmediato se ade- 
pasado, de un presente y un futuro cuan los intereses del presente para 

que creemos nos pertenece en su modelarlo y obrar sobre el porvenir, 
Toda autoridad que 
integridad en la soledad de este pa- verdadera «retrodicción» del lenguaje “
seo matutino. Tan es así, que hemos domina el presente quiere que in ere lo que pasó a partir de lo 

dejado el reloj pulsera junto al desper- determinar el futuro y que actualmente sucede. La histori- 

tador que suena cada día laborable a reordenar el pasado
cidad, como expresión de un tiempo 
las siete de la mañana, no lejos de la que pretende ser colectivo, se impone 

Agenda donde anotamos citas, cartas en la memoria individual de todos 

a escribir y obligaciones diversas y de La prueba está que los últimos nosotros, aunque no lo queramos, 
la computadora donde hemos instala- gobiernos del país han cambiado va- aunque lo rechacemos.
“
do un novedoso programa de «gestión rias veces la nomenclatura urbana y “

optimizada del tiempo».
han sustituido unos monumentos por 
Sin embargo, a poco de andar, y otros. Si la dictadura rebautizó calles Hoy el tiempo está 

al cruzar la plaza central, escuchamos dándoles nombres de personajes os- estandarizado

las severas campanadas de la catedral. curos de una historia cuya revisión
El gran reloj recuerda a todos la hora se empeñó en hacer para justi car

del mediodía, lo que fue durante si- su propia existencia, el retorno a la Esta imposición es también 

glos exclusivo privilegio de la iglesia: democracia no sólo restableció parte evidente en el gesto ritual de con- 
ordenar el ritmo del trabajo, de rezo
de la nomenclatura original, sino que memorar  estas patrias o religiosas, 

y de reposo de todos los que vivían a añadió el nombre de los héroes y vic- aniversarios, centenarios y sesquicen- 

su alrededor. Un poder que ahora se timas del pasado reciente. La misma tenarios, jalones de la memoria colec- 
comparte con los números analógicos preocupación por erradicar una me- tiva que se impone a todos los indivi- 

luminosos desplegados en las facha- moria histórica que llevó a las masas duos con aparente naturalidad, como 

das de grandes edi cios y donde al- revolucionarias francesas a decapitar si fueran la expresión indiscutida en 
ternativamente se anuncia la hora, la estatuas de reyes y quemar iglesias, a vigor de una interpretación canónica 

temperatura reinante y los bene cios los guardias rojos de China a derribar de la historia. Lo aceptamos con na- 

de una bebida refrescante que se pu- las imágenes de Buda y al postcomu- turalidad, porque ¿no tenemos, acaso, 
blicita con luces rojas y blancas y cuya nismo a demoler estatuas.
nosotros mismos nuestras propias ce- 

visión difícilmente puede evitarse.
Por eso, el triunfo de toda ideo- lebraciones personales, marcadas por 

En el deambular inicialmente logía intenta ser la medida de la me- fechas de cumpleaños, aniversarios de 
ocioso de nuestro paseo no tardamos moria selectiva que controla y jerar- casamientos o muertes?

en percatarnos de que la nomenclatu- quiza. Toda autoridad que domina el Esta dialéctica del tiempo ha si- 

ra de las calles que atravesamos forma presente quiere determinar el futuro y do esencial en la con guración de la 
parte de un «sistema celebratorio» reordenar el pasado, de nir lo que hay identidad individual y colectiva, aun- 

que institucionaliza la visión o cial
que recuperar de la memoria colecti-
que sea evidente que al retrazar una


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