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Literaturas


El Plutarco ruso



Bicentenario de Iván Turguéniev



Natalia Arséntieva










































Turguéniev (Lliá Repin)




El 28 de octubre de 1818, a me- blicada, sobre todo, en revistas como tumba de Escipión; asimismo estuvo 

diodía en Orel, la terrateniente Var- “Estafeta”, “Libro español”, “Ínsula” en Albano, Frascati y otros lugares 

vara Petrovna Lutovínova, casada y “Cuadernos hispanoamericanos”, pintorescos. “Viajar, si alguien quie- 
con un militar retirado, dio a luz
hoy en día sus libros se encuentran re beneiciarse del viaje”, observó 

a su segundo hijo, Iván, universal- en numerosas editoriales hispanas Turguéniev, “no es un entreteni- 

mente conocido hoy como el escri- de prestigio. En un breve ensayo es miento, sino lo mismo que el trabajo 
tor Iván Serguéevich Turguéniev. difícil enumerar las razones del vivo de todos los días. No vale la pena 

Turguéniev tendió un puente entre interés actual por Turguéniev y acla- viajar si no te acercas a los nativos, 

su literatura nativa y la cultura occi- rar su lugar en la cultura universal; no conoces su vida, su idioma y cos- 
dental. Se convirtió en un “ruso para aun así, a los doscientos años de su tumbres”. El joven Turguéniev com- 

Occidente”, como lo llamó Mariano nacimiento, merece la pena intentar plementó su educación aprendiendo 

Fazio. Su trabajo superó la prueba un breve panorama de su legado.
la lengua latina y leyendo a poetas, 
del tiempo —lo demuestran las re- De formación ilológica univer- historiadores y ilósofos tanto grie- 

ediciones de sus obras tanto en su sitaria en San Petersburgo, el joven gos como romanos. Conocedor de 

tierra como en el extranjero—. En la Turguéniev continuó estudiando los logros culturales de la Europa 
España de principios del siglo XX, ilosofía, lenguas antiguas y moder- occidental, disfrutó del aprendizaje 

Turguéniev gozó de la misma popu- nas e historia universal en la Univer- de los clásicos en la creencia de que 

laridad que en Francia y Alemania, sidad de Berlín. Viajó a Italia, vivió “la inluencia extranjera solo dis- 
donde vivió durante muchos años. en Roma donde visitó las ruinas del gusta a uno que ya no va a ninguna 

Si en el siglo pasado su obra fue pu-
Capitolio, las salas del Vaticano y la
parte”. Gracias a su excelente me-


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