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¿Por qué no muere el teatro?


Es solo teatro



José Tomás Martín Remón

































Resurrección y vida de Joaquín Costa de Alfonso Zapater (La Taguara)


En la verdad de mi niñez existió un fracaso teatral, lo inasumible que la representación, ni entendieron el 

una a ción mal entendida, poco reco- resultaba no haber conseguido deter- tiempo empleado en recorrer esos 

nocida y bastante maltratada: mi pa- minado papel o los riesgos propios de miles de kilómetros, o los miles de 
sión por el teatro. Es verdad que tenía la interpretación. Tampoco lograban horas utilizadas, o los cientos de trá- 

muchos más empeños, pero ninguno comprender la felicidad absoluta del mites precisos. Demasiadas horas en 

tan mal interpretado como éste.
éxito de una representación, recono- las que mi única compañía había sido 
Muchas renuncias y demasiados cido en ese abrazo bestial de los com- solo el teatro.

momentos cambiados por “simple- pañeros y en el aplauso del público. Hoy me resultaría muy sencillo 

mente teatro”, que llevaron a algunos Porque la connivencia con el público explicar ese amor por el teatro que 
de mis próximos a reprocharme que durante la representación no tiene todavía logra conmocionarme ante 

emplease tanto tiempo “en algo que parangón.
determinadas representaciones e ilu- 

no es más que una a ción sin recom- Pero es duro. Algunos de los epi- sionarme ante mi propio trabajo.
pensa”, “demasiadas horas perdidas sodios más complicados en mi vida Y es que somos muchos los que 

en algo tan poco provechoso”, “mejor han sido provocados por ese “simple- hemos juntado nuestros sueños, éxi- 

sería que estudiases más y te olvida- mente es teatro”. Y es que durante las tos, alegrías, recuerdos y trofeos sobre 
ses de una vez de esa simpleza” o “no memorizaciones agotas los  nes de el tópico del simplemente teatro

te pongas así, es solo teatro”.
semana, las noches o las madrugadas, No debo olvidar que algunos de 

No sabía cómo convencerles de por lo que terminas renunciando a los momentos más recordados han 
que no era únicamente teatro, que el salir el sábado, disfrutar el domingo surgido de ese mundillo teatral. Tam- 

teatro no era un estilo de vida simple- o simplemente descansar como te bién la pérdida más terrible de mi vida 

mente; explicarles lo que signi caba mereces. Además, alguien a tu lado estuvo compartiendo el quehacer tea- 
el teatro para mí; la tensión y los ha de repetirte que “falta tiempo para tral conmigo durante muchos años.

nervios que no me dejaban dormir
estar juntos”.
“Más te vale vivir la realidad y ol- 

la víspera de un estreno, o la incer- Tampoco nadie era consciente de vidar el teatro” era una frase manida 
tidumbre de las horas previas a esa la in nidad de cambios de vestuario de los insistentes consejeros. Pueden 

actuación; el amor que sentía por el que tenía que hacer, las representa- ser muy realistas, realmente expertos 

Teatro, en una palabra.
ciones que realizabas en un estado de en la vida, auténticos catedráticos del 
Era mi vida de  cción. Qué ánimo pésimo, lo que suponía ir per- realismo y del vivir, pero de Teatro no 

sabían ellos lo mal que se pasa ante
diendo la voz a medida que avanzaba
tienen la menor idea.


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