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Jose H.j Polo con Saínz de Varanda
José trabajando. Año 1996


situación fue la razón fundamental es evidente con sólo echar un vistazo Serrano, catedrático “distinto” de mi 

que me decidió a lanzar el libro. a los primeros que encabezan el volu- vieja Facultad de la calle Ancha de 
—¿Publicar lo ya publicado?
men: el primero, lo dedico a los faros Madrid. O a lugares, como el ma- 

—Mi gran compañero y estupen-
y fareros, con referencias literarias al ravilloso París, donde me enteré de 

do amigo Ricardo Vázquez-Prada gran Stevenson; otro, a defender la lo que de veras era la libertad. O la 
—¡cuánto perdió la profesión con su Justicia, para mí entonces escarneci- ermita del amado pueblo de Monreal 

muerte! — opinaba que publicar en da; en otro, se trae a cuento aquella de Ariza, cuna de mi madre, donde, 

libro una recopilación de artículos  gura tan singular que fue “Kautela”, sentado en una loma —que siempre 
propios era una tontería, que los artí- nuestro compañero del periódico y cara me fue, como hubiera cantado 

culos ya estaban en las hemerotecas. su “¿y cómo?”, del que ahora se diría, el gran Leopardi—, esperé a que mi 

Idea que me parece errónea, dado el majaderamente, que llegó a hacerse alma, que había dejado atrás, me 
carácter de cementerios que suelen “viral” entre nosotros. Muchos temas alcanzara.

tener los citados centros. Afortu- diversos se reúnen en las páginas del —Me ha encantado tu epílogo, 

nadamente, con los amigos no hay libro, hasta llegar al último, en torno donde mani estas tu preocupación 
por qué estar en todo de acuerdo
a una manifestación de gente de Mo- y sensibilidad ante nuestro idioma, 

ni pensar lo mismo, dos amigos así negros, harta de que, de antiguo, les uno de tus leitmotiv de siempre. 

son más bien una yunta. Yo estoy hayan dado promesas que nunca ne- —Al libro le pongo un epílogo a 
muy satisfecho de haber mantenido cesitaron, en vez del agua que tanto modo de encendido elogio de nues- 

amistad con más de un cura y la tuve han necesitado siempre. Y, en medio, tro hermoso idioma y a la obligación 

también hace años con un comunis- consideraciones sobre la vida rural, que tenemos los periodistas de de- 
ta, uno de los hombres más leales y sobre la guerra atroz convertida en fenderlo y mantenerlo frente a los 

generosos que conocí. Y Ricardo era espectáculo televisivo, sobre la paz y insensatos ataques que recibe y que, 

un gran a cionado a los toros. Para el sosiego más azoriniano, el Azorín por desgracia, solemos compartir y 
qué decir más. Total, que, ahora, con al que debemos la generalización de aun divulgar desde la televisión — 

mi carrera —es decir, el ejercicio de tantas bellas palabras.
sobre todo— y las páginas escritas. 

mi profesión ya acabado del todo— —Vamos, nuestro Polo de cuerpo —Es decir, que somos algo culpa- 
me decidí a plasmar en un volumen entero.
bles.

parte de aquellos puntos de mira —No soy “todo yo” el que estoy en —Estamos contribuyendo a la vulga- 

aludidos y me gusta haberlo hecho. el libro, pero lógicamente, me asomo rización del lenguaje, al olvido de la 
— Creo entender que no eres muy por sus páginas., aunque el conjun- gramática, a la invasión de términos 

partidario de la llamada “ esta na- to no tenga semejanza alguna con ajenos espurios y permitirles que 

cional” . ¿Qué temas aparecen en pretendidas memorias. Por más que sustituyan a bellos vocablos nues- 
esos artículos?
dedique líneas a personajes que ad- tros.

—La heterogeneidad del contenido
miré, como aquel don Nicolás Pérez
—Son famosos algunos de tus


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