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En un merecido descanso. Año 2013

el periódico, el director me encargó José H. Polo escribió cuentos, añadido suplementario, de rescate de 

hacer algo similar a lo de “Carrete”, novelas, memorias más o menos dis- olvidos o de ampliación de referen- 

que yo, abrumado de responsabilidad, frazadas de dietarios. Su prosa brillaba cias. Es el gusto, casi la manía de Her- 
 rmé como X.Y.Z, como una forma siempre, como en esos Médanos de
nández Polo por la precisión, por or- 

de ocultar mi inexperiencia. Aunque oro, uno de sus libros magistrales que denar (pese a que se autocali caba de 

fue un ejercicio formidable para inten- traigo aquí para poder hablar de su desordenado), con rigor genealógico, 
tar otros géneros “mayores”. Seguía dedicatoria, que a mí me emociona el devenir de su obra. La sombra. es 

aprendiendo lecciones.
pensando en que nuestro admirado una obra única, autónoma, con valor 

En de nitiva, que yo sabía que Polo, hombre discreto, callado, apa- absoluto en sí misma, que toma de
en José H. Polo había un gran escritor, rentemente un poco frío, ocultador de la anterior lo que podríamos llamar, 

oculto bajo un gran periodista. Y el sus emociones, era capaz de mostrar pretenciosamente, su metodología, 

tiempo lo ha ido desvelando, hasta su sensibilidad, iba a decir su cora- esa identidad de “santoral capricho- 
que, en su jubilación, aquel gran escri- zoncito, de modo tan desnudo, dedi- so” que asigna a cada onomástica del 

tor anónimo (sin  rma o con seudó- cando su libro a una  gura inusual, día, “un personaje o un suceso o un 

nimos), empezó a publicar sus libros, con lo que nuestro autor demostraba recuerdo y habla de él partiendo de 
todos ellos marcados por una prosa también su diferencia: “A la memoria la coincidencia con el nombre”. Pero 

de perfección clásica (vuelvo a repetir, de mi suegra que en aquellas felices poco tiene de “santoral” en el senti- 

hoy ya insólita), es decir, llena de vi- mañanas en el jardín de Zuera, a la do clásico, que solo marginalmente 
veza e ingenio, de rigor y sutileza, de sombra de un pino, cuando yo comen- pueden salir personajes piadosos, y 

inteligencia y sensibilidad, que nos ha zaba a escribir este libro, al explicarle atiende más a lo “caprichoso”, en el 

descubierto a un verdadero escritor.
de qué iba la escritura, me decía: sentido más grati cante de un arte 
Ser un verdadero escritor en un «¡Ay!, chico, que cosa tan bonita estás literario consumado, donde los re- 

panorama generalizado de plumillas haciendo!». Y me miraba, con sus ojos cuerdos personales son evocados con 

improvisados es un problema. Porque siempre dulces, y había en su mirada ingenio, agudeza, gracia y sensibili- 
el lector se acostumbra al sucedáneo
complacencia, estímulo, amor. Sin su dad creativa.

y luego le resulta difícil degustar lo apoyo silencioso, quién sabe lo que Un ejemplo de ese magisterio 

auténtico, el genuino arte literario. hubiera sido de estas páginas”. Pues sí, que yo tuve el privilegio de descubrir 
¿Cómo degustar una prosa como la de me emociona. Y a él le sorprendió que en mis comienzos de aprendiz de 

José H. Polo si nos hemos acostum- yo me hubiera  jado en ese especial escritor y periodista, el de un maestro 

brado a la de quienes, pese a su popu- detalle.
de la prosa que recuperaba el valor de 
laridad, no saben ni poner las comas, El libro La sombra apetecida, au- la palabra, del lenguaje, del gozo del 

y describen con el mismo simplismo totitulado “apéndice” a su anterior A arte literario, con los ingredientes de 

paisajes que emociones humanas? La la sombra del santo del día, son relatos los verdaderos escritores.
diferencia entre un verdadero escritor de la memoria, del recuerdo, de la Cuando falleció se encontraba 

y un mero contador es fácil de esta- evocación, y tiene todas las mejores mandando ejemplares a los amigos 

blecerla cuando se lee, por ejemplo,
virtudes de la obra narrativa de José de su último libro, un poemario. 
a nuestro autor. Desde la primera lí- H. Polo. Pero nada tiene de apéndice Nos faltaba por descubrir su faceta 

nea. y hasta la última.
en el sentido que podríamos darle de
más íntima, la poesía.


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