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bastaría con enunciar el hecho sin boca de quien se ve en la forzada si- tiéndose con lo que uno vierte de su 

ese circunloquio; y en el segundo, lo tuación de tener que hablar sin tener interior. De modo que la veracidad 
apropiado no sería una a rmación 
nada consistente que decir. Indagan- implica la voluntad de verdad y el 
tan general sobre la verdad, sino do los posibles motivos inconscien- esfuerzo por contarla, primero a uno 

decir en primera persona: “pienso”, tes de esta profusión, recuerdo que mismo y luego a los demás, en la 
“considero” o “creo”. Parecería más 
Bernard Williams señala en Verdad y medida en que deba hacerlo y pueda 
pertinente si se usara después de ha- veracidad que en la sociedad actual se responder por ello. La responsabili- 

ber formulado una especie de deber dan dos tendencias contradictorias: dad demanda preguntarse: ¿cuánta 
incumplido (“tendría que reciclar la 
la voluntad expresa de descubrir la verdad debo decir y a quién debo 
basura, pero la verdad es que me da verdad, que lleva a la exigencia de decírsela? Porque la verdad no es 

pereza”), o un deseo no realizado transparencia; y, al mismo tiempo, relativa a la audiencia, sino que está 
por la razón que fuere (“querría vivir la descon anza generalizada en la 
asociada a la autenticidad personal.
en España, pero la verdad es que no comunicación que debilita la con- A menudo la respuesta que 

he encontrado trabajo”). Sin embar- vicción de que haya alguna verdad sigue a la muletilla no aporta nada
go, en estos casos es super ua y si se segura o expresable en su integridad. 
a la información suministrada en
suprime, dejando solo la conjunción Muestran, por una parte, la preven- la pregunta. Simplemente la repi-

adversativa que la precede, la frase ción contra el engaño no solo en la te. Se trata de una obviedad o una 
gana en claridad.
política y, por otra, la presunción de perogrullada. La verdad anunciada 

Se justi ca mejor cuando tiene que nunca nos dicen la verdad o, al no tiene apenas entidad o sustancia 

la función correctiva a que se re e- menos, toda la verdad. La necesidad propia, sino que es una tautología o 
re María Moliner y se emplea para de comenzar a rmando siempre “la una propiedad casi “transparente”. 

contradecir una a rmación errónea verdad es que” quizá obedezca al an- Y como explica Byung-Chul Han en 

o falsa (“el hombre del tiempo anun- helo de veracidad que se supone en La sociedad de la transparencia, cuanto 
ció que iba a llover a cántaros y la el preguntante. Mas, paradójicamen- más transparente más vacua resulta, 

verdad es que luce un sol espléndido”; te, este presupone de antemano que porque lo más transparente es el va- 

o “el ministro ha dicho que se va a la respuesta será poco convincente, cío. Un envase transparente permite 
empezar a construir la autovía y la sea cual sea el contenido que siga. comprobar cuál es el contenido o 

verdad es que no aparece en el presu- Lo cual desemboca en una situación hasta qué punto está vacío, pero una 

puesto”). Y el uso más apropiado, absurda, porque, si de verdad no se persona transparente sería aquella 
también más excepcional, es cuando cree en la existencia de la verdad, que tuviera todo a la vista, sin conte- 

uno se corrige a sí mismo (“he dicho ¿cuál sería entonces el objeto de la nido interior propio: sería puro esca- 

que he dormido bien y la verdad es pasión por la veracidad? O, en otros parate, completamente banal, como 
que la preocupación no me ha dejado términos, ¿en qué consiste ser veraz?
esos famosos que se exhiben en los 

pegar ojo”; “me enorgullecí de no “programas del corazón. Una persona 

votar en las últimas elecciones y la transparente no tendría ningún mis- 
verdad es que ahora me siento mal La con anza es
terio, por lo que tampoco sería digna 

por ello”). O en la traducción de esta de con anza, pues la con anza es 
 arse del otro a pesar de
frase de san Agustín: “se deleitaba  arse del otro a pesar de no saber “
mi soberbia con imaginarme libre no saber todo sobre él o, todo sobre él o, precisamente, a cau- 

de toda culpa, y cuando hacía algo precisamente, a causa de no sa de no saberlo. Si la transparencia 

malo, (.) gustaba de disculpar a mi saberlo.
elimina todo interior misterioso, ya 
alma, echando la culpa a no sé qué no hay espacio ni razón para con ar. 

otra cosa que estaba conmigo, pero La transparencia, que es correlativa 

que no era yo. Mas la verdad es que Dice también Williams que los a la descon anza y a la sospecha, es 
(Verum autem) yo era responsable de dos valores básicos de la verdad son el modo de ejercer el control sobre 

mis actos y la maldad me tenía divi- la precisión y la sinceridad. Se trata los otros, de privarles de su intimi- 

dido”. (Las confesiones, V y X,17).
de virtudes y, por serlo, suponen dad, de tenerlos bajo el ojo escruta- 
Ahora bien, en todos estos su- proclividad a un comportamiento dor del dios posmoderno. La trans- 

puestos en que uno recti ca un error forjado con esfuerzo. La precisión parencia destruye las virtudes de la 

o con esa un desliz, la susodicha comporta la honestidad intelectual honradez, la lealtad, la sinceridad
expresión va en la segunda parte de de distinguir lo verdadero de lo falso y la responsabilidad. En realidad,

una frase. En cambio, su desmesu- y formular solo aseveraciones ver- la transparencia total signi caría la 

rada presencia al inicio casi de cada daderas. Y la sinceridad consiste, se- total deshumanización.
frase delata que se trata tan solo de gún la RAE, en “expresarse libre de 

una trivial y contagiosa muletilla en
 ngimiento”, es decir, comprome-


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