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plementan, sino que completan esa aparte de fecundas para su novela, al matrimonio Uriz-Torres que 

crónica. Aquellos dos hombres que como nos explica mejor Uriz en su constituye otro testimonio locuaz y 
viajaron juntos vuelven a reunirse, 
contextualización que Weiss en sus desazonante sobre la situación del 
pues, en un libro que expone las notas de campo), el hallazgo que teatro bajo la censura), para acabar 

dos versiones de aquella peripecia más atrapa e interesa a los lectores cerrándose todo con el documento 
en busca de fantasmas.
es el de esa buena disposición que más antiguo, una entrevista inédita 
Weiss no quería. Mundialmen- el escritor sueco-alemán encontró de Uriz a Weiss en 1965.

te famoso ya tras el estreno en 1964 entre los españoles para ayudarle, y En este volumen obtenemos, 
de su Marat/Sade, andaba tras la 
eso fue así incluso entre las “fuer- pues, aparte de otra pieza más de 
pista de Max Hodann, un médico zas vivas” de las poblaciones por
esas singularísimas memorias que 

alemán que había viajado como las que pasaban, incluidos alcaldes Uriz nos va regalando poco a poco, 
voluntario a la España de la Gue- y guardias civiles. Ese detalle es el 
y aparte también de informaciones 
rra Civil para asistir a los heridos que convierte Viaje a la España de sobre Weiss, mal conocido en Espa- 

del bando republicano en algunas Franco en un libro importante, en ña (“Lo inhumano en las condicio- 
poblaciones de Albacete. Weiss cuanto documento que trasciende 
nes de trabajo es lo que me llevó al 
quería escribir sobre Hodann en su su propia anécdota para hablar arte”: pág. 116), un cuadro esplén- 

novela La estética de la resistencia y, muy atinadamente de un tiempo, dido, a veces costumbrista y a veces 
obsesionado por el realismo radical, de un lugar, de un ambiente, de una 
sublime, a veces berlanguiano (ese 
queriendo garantizar la completa suerte de transición política y de lugareño que, treinta y cinco años 

veracidad de lo que escribiera sobre cambio de mentalidad social que
después, no había podido olvidar el 
él, acumulaba todo tipo de datos, ya se estaba produciendo entre la busto de una corresponsal norue- 

esenciales o menudos, sobre el con- gente normal antes de que se pu- ga...) y a veces bergmaniano (ese 

 icto, sobre la geología de la zona, diese plantear llevarla a lo o cial, momento en que Uriz salva a Weiss 
sobre la alimentación en Levante y en la que, como queda dicho, de ser engullido por un agujero 

durante la guerra o sobre los dibu- participaban con gusto incluso las subterráneo...), de una España des- 

jos que exhibía el artesonado de autoridades.
esperadamente ansiosa de levantar 
determinada columna del mercado Uriz ha hecho bien en colocar cabeza, de ventilarse, de demostrar 

de Valencia... Cualquier dato real
su versión de los hechos al princi- una abertura y una hospitalidad 

y comprobado le interesaba, y para pio, porque, aparte de trepidante y que no alcanzaban solo a los tu- 
ello contaba con la ayuda de Uriz, divertida, es simplemente necesa- ristas. Frente a las paradigmáticas 

que le llevaba diversos materiales ria para entender plenamente los suecas de las películas de Alfredo 

sobre España, sobre su historia y
cuadernos de Weiss (donde éste Landa, un escritor sueco comu- 
su vida cotidiana, sus costumbres
tomaba notas lacónicas de detalles nista que anduviese investigando 

y su  ora, su presente y su pasado. meticulosos, un punto obsesivos: temas relacionados con las Brigadas 

Llegó un momento de bloqueo en “el techo rojo, con relieves”, “de- Internacionales, los hospitales de 
el que se presentó como claramente trás del granero un alto montón campaña, las luchas ideológicas 

inexcusable una visita al lugar de de estiércol”, “en el cuartel de la internas de los grupos de izquier- 

los hechos, pero Weiss, comunista Guardia Civil estaban alojados mil das, la opresión y la represión... 
cabal, no se mostraba dispuesto
hombres”...). Y el libro, que se ha también iba a ser convenientemente 

a pisar un país gobernado por un abierto con un prólogo de Gunilla atendido.

militar fascista. Al  nal, alentado Palmstierna, viuda de Weiss, se 
por Uriz, cedió, y lo que se encon- redondea con apéndices en los que 

tró, esencialmente, es una pregunta Uriz explica sus frustrados pero 

que él no se esperaba: “esta extraor- tenaces intentos de convertir los 
dinaria amabilidad humana en descubrimientos de aquel viaje en 

España, esta voluntad de ayudar, la una película (que pudo producir 

facilidad con que se establecen los Querejeta y pudieron dirigir Borau 
contactos. La persona a la que pre- o Gutiérrez Aragón), y después se 

guntas te escucha, se toma tiempo, hace un  ash-back para explicar 

se interesa por el problema que se le cómo había podido producirse 
plantea ¿cómo ha podido este país años atrás, en 1968, el estreno en 

estar sometido por el fascismo?” España de Marat-Sade, promovido 

(pág. 122).
por Alfonso Sastre y Adolfo Mar- 
Al  nal, más que sus pesquisas sillach (entre las páginas 181-182

sobre Hodann (que fueron exitosas,
se reproduce una carta de Sastre


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