Page 91 - Crisis 10
P. 91


























VIII.
XIV.

Al norte se levantan humos negros,
Te has echado llave por dentro
serenata de gaitas que se unen al llanto.
y en el pecho ha  orecido un árbol de silencio,

Enciendo una canción más azul que las melodías de luto
las hojas blancas son la respuesta a mi única pregunta, 

para ver si otro cielo me regresa tu cuerpo presente,
oráculo de sombras, de frutos rojos,
muero de cosas grises, luminosidades encarnadas en piel endurecida.
corazones maduros que se van pudriendo entre las ramas 

IX.
cuando duermes la siesta debajo y ya no haces por alcanzarlos.

Ven a la hora del sagrario en mi aliento echado sobre el tuyo XV.
para conocer la suerte ya predicha del silencio,
No consuela el fuego de una chimenea el calor perdido en tu partida. 

te coronaré con la palabra antigua de los ángeles de yeso, ¿Qué harás con la sangre nueva en amaneceres rotos?

ungiré tu frente para hacerte lámpara y memoria,
¿Podrás recordar las lenguas donde sale el sol,
nunca más seré un lugar besado por la nieve.
el frío que me quema sin tus huesos rodeándome el latido?

X.
XVI.

Los huesos cantan su blancura cuando tiemblan
He tomado un voto de silencio en mi interior,
como si buscaran un refugio para tanto silencio,
no late el salmo bermellón,

una ciudad a las doce, siempre a tiempo en un reloj despedazado. ni me orienta la cruz hacia una sombra nueva

La memoria es un tirano inderogable,
que todo lo devora como la esperanza rota en un cielo sin estrellas.
los elefantes abatiendo todo con su inmovilidad,
XVII.

con la certeza de un amor muerto entre la arena.
Alimento tu ausencia con silencio

XI.
como se alimenta una hoguera con árboles muertos.
Ojalá no hubiera sueño abierto a la deshora
Y yo, que no soy fruto sino sombra sobre sus deseos, 

para que el sereno no enfurezca por las veces que he caído, intento encender una vela mientras digo su nombre.

amarte es una guerra en contra de ti, de mí,
La guerra es una cosa atroz, cada lado toma su estandarte
de mil legiones negras que no veo en la noche.
y entierra mil muertos al cenit con sus esperanzas de volver.

XII.
XVIII.

Tiempo de invierno, cosas que pasan debajo de la tierra, ¿Cantarás una balada vieja en que gaitas semejan al llanto? 
sepultar un reino de palabras que han sido árbol,
Mi cuerpo se ha hecho tuyo como muérdago en los pinos 

luego el humo y la ceniza.
hasta la muerte de ambos, la señal de un beso.

¿Podré olvidar el fuego de la hoguera en la batalla?
XIX.
Su respiración y su rugido como perfume y eco en mi corazón.
Ya no sé lo que es la luz,

XIII.
un destino gris dicho con humo dentro de la sombra y el destierro, 

Has abierto los ojos,
el levantamiento de olas y alas frente a un paredón que mira al mar, 
entré con la fe del que introduce su cabeza en las fauces felinas
mientras de madrugada escalas mi espalda casi cubierta de invierno.

y no reza pero late como un tambor,
XX.

se alzan las banderas, las trompetas anuncian tu llegada,
Estoy rindiéndome a tus ojos  jos donde me re ejo para beber mi sed, 
para un momento de labios coronados con silencio es este instante estoy perdiendo el uso del silencio ante sus manos,

en que las aves huyen sin saber qué es el terror.
cubren como ejército enemigo zonas nunca antes derribadas,

me está conquistando el sonido de otra voz en un cuerpo lejano,
no comprendo su lengua pero beso con la furia del pleamar 

porque han dicho que el mundo acaba cada día,

no quiero irme de mi cuerpo sin dormir en medio de tu noche 
como una  or seca sueña para siempre entre las páginas de un libro.


91

   89   90   91   92   93