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Literaturas


La utopía de Niké



Rosendo Tello Aína



Vengan muchos nikés a remover todo asendereado provincianismo y a levantar nuevas 

oleadas de espíritus juveniles.








































Fachada del Niké (El periódico de Aragón)



Como el espejo mágico y mítico plantáramos frente a él y ensayára- el techo longitudinal correspondiente 
aquel del Callejón del Gato, también mos algún gesto de fugitivo aderezo al de la pastelería quedaba cerrado

al fondo de Niké, el café zaragozano, personal.
en su habilitación para servicios; la 

había un espejo, testigo mudo de una El Café Niké, emplazado en la parte frontal de la derecha parecía 
época. Lo canté en alguna ocasión denominada entonces calle del Re- compensarse con un entrante de 

cuando, al pasar del tiempo, fue queté Aragonés, cubría un amplio arcada doble, sustentada en un pilar 

adquiriendo en mi recuerdo tensas espacio rectangular, susceptible de con acanaladuras y minúsculas hor- 
signi caciones. Era un espejo imper- ser dividido en dos tramos cuadran- nacinas con  oreros, también de vago 

tinente, ni cóncavo ni convexo, de gulares. El primero limitaba con la gusto modernista. Tal con guración 

vago remedo modernista, según creo calle por una puerta giratoria baja y deparaba relativa independencia con 
entender, y colgaba en el muro junto largos ventanales que absorbían la el resto del Café en una atmósfera de 

a una ventana interior con el empeño luz exterior a través de unas cortinas; tono casi decadente.

utilitario de llenar un hueco. Si ya
un mostrador a la izquierda de la Nosotros ocupábamos el extre- 
no recuerdo mal, quedaba un tanto entrada separaba la pastelería-con - mo de este segundo tramo, en torno 

desplazado hacia la derecha o hacia tería del resto de este espacio, donde a una mesita circular, destinada allá 

la izquierda, conforme nos aproxi- se alineaban tres o cuatro hileras de no se sabe a qué ciega sibila, porque 
máramos o alejáramos, y lo bastante mesas, todas ellas con manteles y quienes venían a ocuparla parecían 

elevado como para que su pretensión con las consuetudinarias bombonas quedar investidos de los caracteres 

de fugar una realidad, que semejaba de agua para aligerar gaznates vocin- mágicos que les confería tan privile- 
volvérsele de espaldas, se convirtiera gleros. El segundo tramo reducía sus giada situación oracular. Las sillas de 

casi en imposible, a menos que nos
dimensiones cuadrangulares porque
las mesas adyacentes desaparecían


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