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Justicia (Eugenio Mateo)


aquellos buscando el rastro perdido vida hay de todo: afectos, con ados, en un intercambio sin intereses, con 

de sus quimeras. El marxismo como iluminados, ofendidos, desengaña- la soledad del corredor de fondo. La 

 losofía preconizó una utopía a la dos, supervivientes y malvados; en soledad, que alguno considera una 
que su propio materialismo redujo a la voluntariedad por lo imposible no utopía, necesita de horizontes abier- 

ideología y el capitalismo quiso ha- importa que nadie hubiera contado tos para ser experimentada en su 

cernos adictos al consumo desafora- nunca sobre sus efectos, porque son real dimensión, incluso para ser su- 
do de placebos en la más pura línea voluntarios sin etiqueta. Cruzar la frida, pues distintas son las formas 

de la distopía. La utopía de los tra- frontera de las certezas es una meta en las que puede vivirse. Publicacio- 

bajadores no debe ser igual que la de a descubrir en la que incluso el ries- nes como ésta, incomprensiblemen- 
los patronos. Poder cubrir los gastos go al fracaso merece la pena. Imagi- te marginadas de las subvenciones, 

de una vida asalariada cobra capital nar lo imposible es el último recurso no merecen una utopía frustrada. — 

importancia en estos momentos tan en la jugada, el todo o nada de los ¿Qué será de la palabra cuando ya no 
difíciles. Tener salud y un trabajo designios nunca revelados, el cara o sea entendida? —. Revistas así son 

digno sería pedir poco, pero se ajusta cruz de poder ser más allá de lo que ín mas candelas que tratan de ayu- 

a la teoría de la utopía posible. — ya somos.
dar a dar luz en un mundo de des- 
¿Nos dejan las circunstancias pedir A veces, los utópicos se juntan
tellos, contumazmente enajenadas 

más? —. No es una renuncia lo que y deciden proyectos que van contra escamoteando a diario lo posible de 

se nos propone, es un desahucio
corriente con una dosis imprecisa de la suma apabullante de lo imposible. 
en toda regla de los zaguanes de la futuro. Esta revista, sin ir más lejos, Pedir a la utopía un simple signo de 

mente, de modo que se busca un es uno de esos casos en los que la de- existencia es tanto como no creer en 

mundo plano en el que no quepan terminación en su utopía insu a un ella, aunque, considerándolo bien, 
conjeturas.
sentimiento de autonomía capaz de no estaría de más alguna demostra- 

Nos agarramos a un holograma. avanzar a pesar de todo, del olvido ción palpable.

La utopía es incierta, la realidad institucional o del desinterés de los 
también. A la incertidumbre se le que comunican. Crisis es una uto- 

puede considerar como un equili- pía que se hace posible mirando de 

brio metafórico entre lo material y lo reojo su limitación; Por eso aguanta 
ensoñado que no acaba de encontrar los embates y sigue independiente, 

el  el de la balanza. En la leva de la
unida a la sociedad a la que se debe


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