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ganicidad identitaria y han fundado diferencia, la apertura a los temas
del discurso identitario, especial-
la noción de pertenencia. Se perte- de la alteridad, la marginalidad, la mente en las grandes urbes, oponga
nece a un grupo y se pertenece a un exclusión, el descentramiento y la el del patrimonio amenazado que
sistema de valores. El “sentimiento”3 desorientación han marcado la crisis protegen unos, al discurso desde la
de tener identidad está respaldado de la ontología de la pertenencia en marginalidad que reivindican otros:
por la seguridad que brinda esa per- la que vivimos y han llevado a la re- inmigrantes, jóvenes, integrantes de
tenencia a un grupo cuya deinición formulación de la noción de “comu- minorías, desocupados o carentes
y cohesión reposa sobre un sistema nidad” y de “patrimonio”. Lo extran- de domicilio ijo. Un discurso que
común de valores y de instituciones jero penetra las fronteras políticas y ha convertido en simbólicamente
orgánico. Esta pertenencia ha pro- económicas, hibridiza los reductos centrales a iguras socialmente peri-
piciado formas de participación a culturales de la identidad, mezcla féricas.
nivel nacional (partidos, sindicatos, costumbres y comportamientos. El Por otra parte, esta toma de
asociaciones locales), fundantes de “otro” ya no está fuera de los límites conciencia de la vulnerabilidad de la
los referentes jurídicos y políticos del país, sino que puede estar en una identidad cultural patrimonializada,
de la ciudadanía, las que han sido misma ciudad y puede ser el vecino lleva a ciertos sectores a una suscep-
características institucionales de la del ediicio en que se vive. Nuevas tibilidad, cuando no a la violencia,
identidad y que hoy están en crisis.
fronteras (lo que metafóricamente frente a todo principio de cambio o
El sistema compartido, el pasa- podrían ser “fronteras asimétricas”) alteración de lo que se considera pro-
do común, más o menos respetado se instalan en el interior de países y pio. Se habla y se teme la “pérdida
según los individuos o los grupos, ciudades y se desdibujan en la mul- de la identidad”, aunque esta no sea
ha servido de norma de referencia tiplicación de los circuitos de circu- otra que la prisionera de las visiones
identitaria y ha fundado las creen- lación transterritoriales de personas, fundamentalistas de etnias, religio-
cias en que se apoya y se expresa la ideas y costumbres que las relacio- nes y culturas que la reivindican
identidad. Se cree en la cultura “pro- nan entre sí.
como exclusiva.
“
pia de uno”, en la historia comparti- Esta preocupación se da par-
da, se cree en la Patria o en la nación ticularmente en las sociedades
a la que se pertenece, se cree en los Muchas identidades que se sienten amenazadas por la
límites y fronteras donde empieza y nacionales se han forjado globalización, a la que se tiende a
termina una “mismidad”, se cree en gracias al énfasis con que se confundir con homogeneización o
los mecanismos con que la identidad uniformización. En el caso de algu-
han marcado las diferencias,
se deiende de contactos e intercam- nas regiones o estados, el sustrato “
cuando no a conlictos
bios. Para ello se otorgan cédulas y “primitivo” de la búsqueda mítica
documentos nacionales de identi- o guerras con los países de la identidad ha llevado a algunos
dad, se exigen visas en pasaportes
vecinos.
a una reivindicación de la pureza de
y se efectúan controles fronterizos. lo vernacular (lo originario, lo au-
Así, muchas identidades nacionales tóctono) frente a lo que se considera
se han forjado gracias al énfasis con Sin embargo, estos cambios no el efecto contaminante y enajenante
que se han marcado las diferencias, se producen sin diicultades. Ge- de la modernización extranjera. La
cuando no a conlictos o guerras con neran “ansiedad e insatisfacción”4
defensa de lo “nacional-popular” y
los países vecinos.
y producen una descolocación de las categorías axiológicas de lo
Ahora, por el contrario, la in- (“dis-locación”) que unos —los pre-moderno y antiindustrial, todo
teracción y la tensión a partir de la
dueños tradicionales del “territorio” aquello que se representa como lo
identitario— perciben como una “propio” y lo auténtico, conduce a
“invasión” y otros —minorías de una simbolización arcaizante de la
3 El ensayista tunecino Albert Memmi se todo tipo, excluidos y extranjeros— identidad, deinida por un pasado
pregunta si no es mejor hablar del “senti- sienten como un desplazamiento que, en algunos casos extremos, se
miento” de identidad cultural más que de una
identidad cultural propiamente dicha (Albert hacia la marginalidad a la que son ha transformado en un verdadero
relegados. De ahí que buena parte
culto de los orígenes.
Memmi, “Les luctuations de l’identité cultu-
relle”, Esprit, París, Enero, 1997, consagrado
El proceso inverso es, sin em-
a La iièvre identitaire).. “Ser un francés, un 4 Etienne Balibar y Immanuel Wallerstein en bargo, preponderante. Una geogra-
Alemán o un Ruso – airma Memmi– es una Race, nation, classe. Les identités ambiguës (París, fía alternativa de la pertenencia se
manera de “comprenderse” a sí mismo, de Editiions la Découverte, 1990) hablan de la impone en gran parte del mundo. El
deinirse en relación a una tradición y a una ansiedad e insatisfacción que ha generado la
situación cultural, pero esta relación consigo trazado de esta nueva cartografía,
nueva “categoría” de inmigración, en tanto que basada en los lujos segmentados y
mismo y esos elementos culturales son cam- sustitutiva de la noción de raza y factor de desa-
biantes” (p.99).
gregación de la “conciencia de clase”.
combinados que atraviesan y redi-
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