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Fernando Rivarés
Luis Beltrán
Cristina Monge



mimbres del Derecho como herra- Creta, Atenas y Roma. La primera un precio: el choque entre civiliza- 

mienta para la acción. Importa desta- sería la identidad primigenia, tri- ciones, pero tendemos a un imperio 
car que el derecho a la identidad es en bal, mítica, fuertemente emocional universal y caminamos —segu- 

el derecho positivo un derecho funda- (la princesa Europa) y matriarcal. ro— hacia un estadio mejor para la 

mental de la persona, ya incluido en la La segunda sería la de los pueblos humanidad.
Convención de Derechos del Niño. Y indoeuropeos que conquistan el A Cristina Monge la dife- 

que el concepto legal de nacionalidad sur, aportan el aspecto político-ra- rencia no le plantea problema: la 

tiene todavía hoy su interés porque, a cional, el dios patriarcal y el héroe identidad —sostiene— implica ya 
través de ella, el individuo es estimado Teseo que se impone al minotauro. diferencia frente al otro. El peligro 

en una colectividad como sujeto de Y la tercera, Roma, con la adopción de la diferencia es cuando se con- 

derechos. Ahora, es cierto que la glo- del cristianismo, representaría la vierte en hegemónica y excluyente. 
balización/fragmentación es la batalla coagulación del norte individua- Mejor convivir desde el mestizaje. 

del siglo XXI. Y también que la globa- lista y el sur comunalista. Según Respecto a la construcción de una 

lización no signiica sin más derecho Ortiz-Osés, el cristianismo sería el identidad en torno a la Unión Eu- 
de las personas a la emigración para arma mediadora entre norte y sur, ropea, que nació como respuesta a 

encontrar su bienestar. La Unesco resultando de ello el producto de la los anhelos de paz, prosperidad y 

deiende la multiculturalidad desde
democracia política abstracta. La democracia, opina que se ha fraca- 
el diálogo y el respeto mutuo, no del clave está en practicar el diálogo, sado, pues se está todavía muy lejos 

vasallaje. Pero, atención, no hay espa- encontrar una ética común y no de conseguir un nivel aceptable

cio para el “relativismo cultural”: toda temer al mestizaje.
de igualdad social y política en los 
tradición en conlicto debe ceder ante Luis Beltrán entiende que la países miembros. Y por ello hay un 

los derechos humanos, que son priori- identidad es el gran mito moderno. riesgo de desafección.

tarios. Lo marcan las sentencias de los En nuestra época, lo importante
Fernando Rivarés entabla el 
Tribunales Internacionales.
es el individuo, cuyo sueño es ser necesario entendimiento con el otro 

hombre-dios. Hay una identidad en el plano emocional, pues nos ali- 

Mesa II: “La Europa de las individual, “líquida”, sujeta a roles mentamos de emociones y no solo 
identidades” (modera Eugenio y móviles. Y hay otra identidad de razón. Construimos sobre expe- 

Mateo; intervienen Andrés Ortiz- colectiva, sólida, “territorializada”, riencias personales y la percepción 

Osés, Luis Beltrán, Cristina marco de la aspiración a la iden- que de ellas tenemos. Es normal 
Monge y Fernando Rivarés).
tidad imperturbable en el cual al sentir ainidades de grupo. Desde 

Eugenio Mateo lanza la pre- individuo se le reconocen sus dere- este punto de vista, la identidad 

gunta: Si existe una identidad chos. Los conlictos y tensiones son europea es una emoción y también 
europea, ¿cuáles son sus orígenes? inevitables, pero Beltrán está con- la construcción ideal del poder. 

¿Cómo se ha construido?
vencido de que la identidad es una Pero lo importante es la voluntad 

Andrés Ortiz-Osés habla de falacia y que el hombre moderno de vivir juntos; cabe —y es lo de- 
tres grandes identidades que se han comete un error sobrevalorándose seable— una Europa “horizontal” 

fusionado en la cultura europea:
como ente individual. Pagaremos
construida por abajo.


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