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todas las vertientes que presentan bles sobre los que íbamos a fundar
las decisiones humanas, hasta el in- nuestra existencia. Es humano e
dividuo más simple estaría de acuer-
inevitable que uno vaya tejiendo en
do en que esa acepción no nos sirve. su cabeza sueños, proyectos, ideas,
El éxito ni siquiera consiste en llegar esperanzas, aunque sepa de antema-
a lo más alto en el menor tiempo. El
no que son imposibles de conseguir
éxito, más bien, consistiría en poder en su totalidad. Pero incluso cuando
responder a la pregunta que igura alguien logra alcanzar una parte
al inal del primer párrafo de este
signiicativa de esas metas, cabría
texto con una frase simple pero con- preguntarse qué ha ido dejando por
tundente, algo así como: «Sin duda, el camino, a qué ha renunciado que
desde luego, ha merecido la pena».
parecía fundamental, qué nos ha
La realidad española de los sido exigido para llegar hasta aquí.
últimos años nos ofrece varios ejem- Por eso, no es la cantidad de sueños
plos de que el éxito está a menudo alcanzados lo que marcaría un nivel
bastante alejado de la simple fórmu- aceptable de éxito, sino más bien la
la del «cuanto más, mejor». Sería serenidad con que somos capaces de
sencillo hacer aquí relación de unos asumir que no los vamos a (o que no
cuantos nombres que en términos debemos) lograr nunca.
cuantitativos tal vez hayan alcanza- En literatura, por hablar de un
do un éxito palpable, engordando campo concreto que me interesa
sus cuentas corrientes hasta llegar
especialmente, la tarea de inscribir
a cifras astronómicas y entregando a los autores en una u otra columna
su vida al objetivo de alcanzar tal del binomio éxito/fracaso es algo
opulencia y despilfarro que harían menos complicada. Un autor de éxi-
palidecer de envidia a muchos. Y sin to, en su acepción más tópica, sería
embargo, hay poca gente mediana- un autor cuyos libros se venden mu-
mente sensata que no piense en ellos cho; por el contrario, un autor fraca-
con emociones no muy alejadas del sado sería aquel cuyos libros apenas
desprecio y la indignación.
son leídos. Cualquiera que maniies-
Por eso a mí me interesa mucho te un mínimo interés en los procesos
más otra clase de éxito, un éxito que, de creación intelectual y, en general,
lejos de erigirse sobre la vanidad y el en la actividad artística, sabe que esa
deslumbramiento, tendría su base clasiicación es espuria y engañosa,
en algo mucho más sencillo al alcan- además de ridícula. Pocos tendrán
ce de todos: asumir con dignidad
dudas de que un escritor de éxito es
el fracaso. O dicho de otro modo:
aquel que crea obras profundas, sóli-
la épica de la renuncia, fracasar por das, rigurosas, hermosas y vivas. Da
hacer lo correcto, por no traicionarse igual lo que venda o lo conocido que
a uno mismo. Renunciar a nuestros sea. Un escritor de éxito es aquel que
sueños por no pisotear los de los hace bullir en sus libros la vida mis-
demás. Reducir ese principio vital ma, que nos presenta un espejo (da
que dice «si quieres, puedes» (el igual si plano, cóncavo o convexo)
infantil sueño americano) a lo que donde enfrentarnos a nosotros mis-
realmente es: una excusa urdida por mos. Un escritor de éxito es aquel
los más sinvergüenzas para justiicar capaz de hablar de cada uno de no-
sus atropellos. El éxito como abdica- sotros, de sus lectores individuales,
ción. El éxito, pues, entendido como en cada uno de sus libros o, por aca-
aceptación del fracaso.
bar con una frase rimbombante, es
Fracasar podría ser, desde esta aquel que hace del fracaso su mayor
perspectiva, el verbo más conjugado garantía de éxito.
en la vida de millones de personas
si entendemos por tal, como he se-
ñalado, la imposibilidad de llevar a
cabo todos esos anhelos irrenuncia-
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