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cultural androcéntrica que ha vetado introduciendo el «cuidado» como zación social y, positivamente, una 

su presencia y su actividad en todos ícategoría moral ineludible en la vida nueva ética que exigiera y funda- 
estos ámbitos, recluida en el hogar í
íhumana de todas las personas, pero mentase la desalienación a fondo de 
como sexo débil, como segundo sexo, óóignorada hasta entonces, frente a la la mujer, que la humanizara, en el 
é
vctima de un despotismo rudo y íética de la «justicia» que regía la or- sentido de rescatar y devolverle su 
visceral que perpetúa de alguna ma- 
ganización androcéntrica del mundo humanidad, que le permitiera hacer- 
nera la dialéctica del señor y el siervo. éde la vida.
se cargo de sí misma, sin el yugo de la 
“
Y todava queda un poso denso.
ídominación ajena.

Se trata, en expresión de M. Fou- áó
Carol Gilligan empezó por 
cault, de un «estado de dominación»: Las mismas estructuras constatar la vigencia de dos sistemas 
óú
las relaciones de poder están muy óde dominación se volvieron morales opuestos: la moral mascu- 
presentes en las relaciones humanas, éóí
invisibles y excluyeron a las lina dominante y la moral femenina “

en la sociedad, el trabajo, etc. en ñóéódeficiente. Pero demostró a Kohlberg, 

cuanto uno intenta dirigir la conduc- mujeres de la esfera pública
que hombres y mujeres piensan

ta de otro, instaurando a veces —en é
de manera distinta las cuestiones 
el matrimonio, por ejemplo— una íímorales, no porque tengan menos 

relacin siempre asimtrica e irrever- capacidad o un inferior desarrollo 
sible, incluso con instrumentos pu- íLa referencia general con la que moral, sino porque han recibido una 

nitivos, aunque tolere cierta libertad. se encontró Carol Gilligan en sus educación diferente. Concretamente, 

Nos hallamos entonces «frente a un entrevistas con las mujeres describía úlos juicios morales de las mujeres

estado de dominacin» que nunca muy bien la penosa situación moral óvan más unidos por lo general a sen- 
áí
podan revertir las pequeas astucias en la que se hallaban. Había quienes timientos de empatía y compasión; 

que la mujer se pudiera permitir.
nunca se habían tomado a sí mismas predominan en ellas las relaciones, 
Se hizo as necesaria una sub- como personas, con derecho y capa- las emociones y el cuerpo; ellas son 
íó
versin de esta situacin que aliena
cidad de tomar decisiones, inclinadas éíbondadosas; se han juzgado a sí mis- 

a la mujer de su ser humano —y
tradicionalmente a asumir el juicio de ómas en base al cuidado, y a su preo- 
al hombre, aunque sali mejor pa- los hombres. Además, en la mujer la cupación y responsabilidad por los 

rado— que la mujer misma deba bondad se identificaba con autosacri- demás, reconociendo las diferentes 
í
llevar a cabo para recuperarse a s ficio, la atencin y sensibilidad a las ónecesidades del otro. Mientras que

misma en su integridad. Necesidad necesidades de los otros se tomaban úla moral de los hombres se ajusta a


de tomar consciencia de su verdadera como deficiencias de su desarrollo óíla racionalidad, la vida activa y au- 

naturaleza humana, de su autonoma, moral; viva una confianza, respeto
tónoma, son heroicos; su imperativo 
de su igualdad y de su diferencia que y amor complicados por un modelo moral es respetar los derechos de los 

son humanas respecto al ser humano binario de gnero que privilegiaba lo óídemás ignorando los vínculos natura- 

de los hombres; de instaurar progre- masculino. De manera similar, mente les que apoyarían las pretensiones de 
sivamente una nueva comunidad y cuerpo, pensamiento y emociones los otros; es una moral de separación, 

humana sin discriminacin alguna, estn unidos por naturaleza, y es de lo individual, de la imparcialidad 

sin patriarcado ni matriarcado: se innata la facultad de comprensin y de la justicia.

trata, una vez ms, no solo de inter- mutua y de cooperacin, pero el No obstante, se trata de dos ú

pretar nuestro mundo humano, sino patriarcado relegaba todo esto a la sistemas morales complementarios, ó

tambin de transformarlo y de po- periferia. Las mismas estructuras de pens Gilligan y elaboró para resol- 
nerlo sobre sus pies. Y surgieron los dominacin se volvieron invisibles y ver la tensión entre ellos la Ética del 

movimientos feministas que debieran excluyeron a las mujeres de la esfera Cuidado que es la voz diferente de 

tener una tarea comn y un mismo pblica. Finalmente, otras mujeres las mujeres, necesaria no solo para é
lema: «¡mujeres de todo el mundo, entrevistadas por Gilligan se vean explicar desde la mujer su propio 
éó
unos!».
reducidas a una serie de negaciones y desarrollo, tambin para entender en 

carencias que la cultura masculina les ambos sexos los rasgos y elementos 
I.- Carol Gilligan
haba atribuido: no es autnoma, no de una concepcin moral adulta co- 

Colaboradora y crtica de es independiente, no es competitiva, mn a ambos sexos y para compren- 

Lawrence Kohlberg y su tica de la no sirve para la vida pblica; la mujer, der que el cuidado y la asistencia no 
justicia, se sum a los movimientos en definitiva, solo es lo que no es el son asunto de mujeres sino intereses 

contestatarios feministas, trastocan- hombre. As describan la falsa condi- de todos, pues, afirmaba ella, somos í

do la mentalidad y las costumbres cin natural de la mujer.
por naturaleza homo empathicus, no 
de nuestra poca. Tras escuchar la Era necesaria una crtica radical homo lupus. Gilligan no pretenda 

voz de las mujeres, renov la tica
del sistema educativo y de la organi-
sustituir una tica de la justicia por



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