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sobre nuestras cabezas y pareció que No hace mucho, desde que pa- sobre lo impreciso. Refugiados en lo
Í
renunciábamos a un modo de vida, rece difícil no caer en el eufemismo propio, en la propia indefensión de
obligados por factores intangibles, í
éóde nuevo cuño que atiende como la nuestra privacidad, que ya no sirve
para acabar siendo sobrevivientes á“nueva normalidad”, vino a concu- para nada salvo para creer que nos
áí
sin ms currículo. No hacía falta rrir otro elemento exógeno: un virus. pertenece. Cuando se escriba la His-
que lo fuéramos divulgando, se no- á
Desde su aparición hasta el mal toria, cada una de las individuales
taba a la vista. Nuestra indefensión ívendido rebrote, la vida ha cambia- que la compongan dejaran de tener
íú
ante un sistema enloquecido era
do. Parece mentira la facilidad con importancia y nadie de los descen-
tan patente que sobraban palabras. í
óque todo se puede ir al traste en un dientes de esta civilización reparará
Statu quo perverso, sin duda. Y, sin santiamén. Ha ocurrido y no debe- en el sacrificio particular, porque no
ñ
embargo, la vida continuaba sin áímos dejar de lamentarnos de haber interesa una historia de perdedores.
grandes altibajos, ms allá de las vivido en un limbo. No sirven para “
circunstancias personales de cada énada las conjeturas, y rompiendo las
Nos encontrarán
cual. Las cosas se desarrollaban bajo ánormas de quienes opinan que los
una cortina de normalidad rutina- sobrevivientes hemos pasado a ser agarrados a una mesa de
ria que reduca a lo domstico esas áótambién supervivientes. Doble mo-
terraza, si como tabla de
mismas circunstancias, y la econo- tivo de lamento, pero que será como “
ma dispona sobre todo lo dems, lo de aquel perro que se lamía el salvación se pudiera llegar
s“obre el Pensamiento y las Ciencias.
rabo. La pandemia ha subvertido el a entender este mobiliario
orden de las cosas, su efecto demos- urbano
tradamente letal nos ha convertido ó
En los tiempos que á
en victimas necesarias e involunta-
corren, los hechos han á
rias, colaterales, y la muerte vuelve a óPara establecer una relación
llevado la contraria
tener el poder, si es que acaso alguna entre consciente e inconsciente, trai-
a quienes opinan que vez dej de tenerlo, para llevarse por ágo aquí una audaz iniciativa de un
«los supervivientes son delante al que le plazca, portador
óbuen fotógrafo, Juan “Indio” Moro. “
de mascarilla o no, miembros de áLlamó a una serie de contundentes
sobrevivientes, pero no al honor de los grupos de riesgo o sí. retratos en blanco y negro: “Gente
á
revs»
Por tanto, se nos puede llamar su- de mal vivir”. Se trataba de retratar
pervivientes, incuestionablemente, a aquellos que habían hecho de su
porque detrs de nosotros otros no ívida un camino de creación, un
bamos sobrellevando la existencia han podido continuar en la pelea.
ómodo diferente de vivir por encima
anestesiada sin dejar de reconocer Es la verdad sin paliativos. Hemos de lo consabido. Si la vida se ambi-
á
lo amargo de la realidad y la cosa no venido a recalar en la tragedia de
ciona con un buen vivir, ser artista
ñá
pareca tener remedio. El progreso los cayucos, en la devastacin de las o poeta predispone a augurarles un
tiene sus consecuencias, sobre todo catstrofes, en el pavor a las pieles, mal vivir, en el estricto sentido de
si como progreso se entiende la pau- en el escarnio de los factores de ries- la supervivencia. Ir llevándolo en
ta de la explotacin de unos por los go. En todos estos males, y ms, he- pura pervivencia parece el desenlace
otros y, no nos engaemos, de una u mos venido a recalar en la ponzoa de estos malos tiempos. No interesa
otra manera, hemos venido siendo invisible de esta pandemia. Ahora, clasificar la supervivencia o la sobre-
explotados a la vez que alabbamos adems de ir sobreviviendo hemos vivencia: todo es la misma cosa, la
al explotador. Obligados a un papel de ir superviviendo con el miedo en misma y atroz condena a seguir vi-
de productores-espectadores, con el cuerpo y la sospecha en la mirada. viendo bajo la amenaza de algo que
voto y con voz, eso s, pero que han Temiendo el contagio, temerosos del no podemos controlar.
resultado intiles a la vista de cmo prjimo, que ya es solo un posible
nuestros representantes se olvidan enemigo agazapado, temiendo ya no
tan fcilmente de los que dicen re- la soledad, sino la propia muerte.
presentar que deja estrecho margen Nos encontrarn agarrados a
para todo aquello que no sea sobre- una mesa de terraza, si como ta-
vivir. La Filosofa se obstina en que bla de salvacin se pudiera llegar a
no perdamos el norte, la Cultura entender este mobiliario urbano.
parece ms fuerte de lo que es, la No nos rescatar un navo de Open
Razn nos pone ante el espejo, y no Arms o cualquier otra ONG. Ser
es suficiente para impedir la marea la simple suerte del destino, mala
de la oscuridad. No es suficiente.
o buena, pues no tenemos control
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