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Reseñas


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El tiempo se nos fue entre los dedos

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Vctor Herráiz
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Rodrguez García, José Luis; La residencia y otros relatos. Zaragoza, Prensas universitarias de 
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Zaragoza, 2019.
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 Jos Luis Rodrguez (1949), profe- íóEn el conjunto de relatos pesa 
sor de filosofa —pero que bien podría óíícomo un mohíno repique el paso del 
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haber sido tambin de literatura, si ítiempo, del ciclo vital que transcurre 
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como sospecho la filosofa se le queda óíentre la añorada «juventud alboroza- 
un tanto corta para responder a los óóéda» y la del «hombre que ha cruzado 

enigmas humanos de redencin no sa- óóya esa edad en que todo comienza a 
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tisfecha— lo indica en su prlogo ex- carecer de sentido»; edad en la que

presamente: «la obsesin de la novela el yo del narrador se sitúa para dar 

negra ha inspirado, o eso creo, algunas paso a sus intrusiones reflexivas en el 

de las ltimas entregas literarias que texto sobre el arte, el amor, el sentido 
me han publicado».
de la vida... no exentas de balsámica 
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En la reciente La residencia y otros melancolía. Pero también cuenta el 

relatos vamos a encontrar ciertamente éópaso del tiempo histórico, ese que 
elementos de este gnero literario épara una parte de la revolucionaria 

—a propsito, hoy da practicado generación de los sesenta a la que 

por muchos autores de xito de p- pertenecen algunos de sus personajes 
blico y crtica, desde M. Vzquez resultó ser tal vez mera euforia tran- 

Montalbn, J. Madrid, A. Camilleri
sitoria embarrancada en las arenas de 
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o P. Mrkaris hasta S. Larsson o H. la desilusión.

Mankell entre otros—. El escritor
tencia poco menos que catatónica. Por último, aludiremos a otro 
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y crtico Eugenio Fuentes ha dicho
Alternando el relato en tercera o en elemento típico que salpimienta sus 

al respecto: «tengo la sensacin de una primera persona ms cercana, cuentos: la crítica social. Por enci- 
que, en buena medida, los motivos sus protagonistas —otra característi- ma del escepticismo quevedesco o


sociolgicos estn en la raz del actual ca del gnero negro— son antihéroes: la decepción moderna de Goya que 
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xito, auge y pujanza del thriller: vi- el honesto y achacoso inspector Prez asoman entre líneas, lo que J.L. Ro- 
vimos tiempos sombros, pesimistas, que se malnutre de precocinados, el dríguez se propone, como él mismo 

oscuros, en los que la crisis econmi- espa utpico que se enamora de su confiesa, es «dejar testimonio de la 

ca afecta a toda la sociedad e invade mantis ejecutora infiltrada, el estu- basura que nos invade», responsa- 
los terrenos afectivos y emocionales». diante pobre en busca del ascenso bilizando muy particularmente a la 

La vida se apunta al gris y cotiza a la social, el emigrante que se lanza en «maldita Europa» a la que acusa de í

baja en la bolsa de los valores. O, a lo patera en pos de incierto futuro, el haberse convertido en un estercolero. é
mejor, es que la vida es imprevisible, viejo actor amortizado abatido por
¿Por qu Europa? ¿No hay salvación? 

como barrunta el inspector Prez en la soledad, el antiguo izquierdista ¿Hay miedo de que Europa haya 

La residencia. Y as, en cada uno de convertido en maltratador, el ancia- dejado de representar los valores hu- 
los cuentos de J.L. Rodrguez el ele- no que se quita de en medio por la manistas de la cultura y el bienestar 

mento muerte desempea un papel inasumible decrepitud, los hermanos herederos de la Ilustración para dar 

principal en sus mltiples variantes. empujados al desahucio habitacio- definitivamente la espalda a los olvi- 
Como enfermedad u bito acciden- nal... Jos Luis Rodrguez pone el dados de los mercados?


tal, crimen premeditado, ejecucin foco en seres de naufragio, a la deriva, Mientras la vida se nos va entre 

sumaria, atentado poltico, ajuste de posos de una sociedad de moral des- los dedos, haremos bien en leer los é
cuentas, profanacin de sepultura, moronada, cuyo deshilachado tejido estimulantes cuentos de Jos Luis 

suicidio... la muerte irrumpe inexora- social alienta a veces salidas absurdas Rodrguez, porque —como afirma 

ble; incluso como muerte en vida de o violentas, casi siempre en las horas Irene Vallejo— los cuentos son el 
quienes cautivos por la amargura sin del atardecer amparadas en la turbie- salvoconducto que nos permite tras- 

esperanza arrastran una vaca exis-
dad de la noche.
pasar el miedo.



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