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Aceite en las venas
No hay que desesperar —nos deci- 

mos—: algún día esto cambiará.
(Primer premio de la IV Edición 
Ya han dado las siete de la ma- 
de Relatos Cortos de la Facultad de ñana. Me levanto de mala gana para 

Ciencias de Zaragoza, noviembre de ir a trabajar cuando oigo el incon- 
2018).
fundible sonido de un correo nuevo 
en el móvil. Lo abro: “Lamentamos 

Esta mañana me costaba ir a comunicarle que, como consecuen- 
trabajar. En la empresa se ha instala- 
cia del último plan de reestructura- 
do un clima laboral de descon anza. ción, la empresa ha decidido pres- 

Cada vez hay menos compañeros cindir de sus servicios. A partir de 
con los que hablar.
hoy tendrá disponible en la o cina 

Hace ya muchos años que se im- su correspondiente  niquito. Firma- 

plantó en naves y o cinas el sistema do: el Director General de Recursos 
de cámaras y micrófonos que ahora Humanos”.

también mide la productividad de Me dejé caer sentado en la cama 

los empleados en tiempo real, me- unos minutos, la mirada perdida en 
diante un software que reprograma la pantalla del móvil.

al alza los objetivos si algún mes, por —¿Qué te pasa? ¡Vas a llegar 

casualidad, alguien los alcanza.
tarde!— me sacudió del brazo mi 
So sticadas máquinas, ordena- mujer.

dores de última generación, todo un Me vuelvo hacia ella y le digo 

ejército de inteligencia arti cial se aturdido:
ha ido desplegando silenciosamente —Me han despedido.

por las diferentes secciones de la —Oh, no te preocupes —me 

empresa.
animó ella—. Ya sabes que los que 
Nos habían camelado con que estáis casados con robots gozáis de 

las nuevas aplicaciones vendrían
más ventajas: 100% de la prestación 

en nuestra ayuda para evitarnos los de desempleo durante tres años y 
trabajos repetitivos y así permitirnos preferencia en la recolocación. Déja- 

realizar tareas más técnicas y de alta me que hable mañana con el gerente 

cuali cación. A los pocos meses se de Social-Robots; es una empresa 
presentaron varias oleadas de regu- nueva, puntera, y allí tengo muy 

laciones de empleo. Luego entraron buenos amigos.

los robots modernos de  gura y Besé a mi mujer mecánicamen- 
rostro humano, androides casi indis- te. Gracias a que en esta casa hay 

tinguibles de nosotros que nos arre- alguien que lleva aceite en las venas.

bataron los trabajos más complejos. 
Ahora constituyen la mayoría.

¿No son ellos también trabaja- 

dores? ¿Y no son más productivos? 
¿Y más  eles? Se les permitió concu- 

rrir a las elecciones sindicales. Y las 

ganaron. Maniobraron en la sombra 
para colocar a uno de los suyos en el 

puesto de Director General de. ¡Re- 

cursos Humanos! Hoy somos noso- 
tros quienes ayudamos a los robots 

para que nunca les falte suministro 

de energía, de aceite y de los escasos 
componentes que todavía no se pro- 

curan por sí mismos.

Estimando que somos perfecta- 
mente marginales, la empresa nos ha 

bajado el sueldo. Pero aguantamos.


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