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Lo siento mucho, pero no lo siento. (Óscar Baiges)


mundo y la vida. En consecuencia, oposición al mundo de la desigual- Las estéticas de la risa y de la 

la antigua estética unitaria se escin- dad, lo serio, lo alto. Como sostiene seriedad corrieron, grosso modo, pa- 

dió, dando lugar a las estéticas des- Bajtín, la cultura popular se opuso ralelas hasta 1800. La irrupción de la 
igualitarias de la seriedad (patetismo siempre y en todas sus etapas “a la Modernidad cambió esa situación: 

y didactismo) y a las igualitarias de cultura o cial de las clases dominan- la cultura popular y la alta cultura se 

la risa (sátira, parodia, humorismo y tes, elaborando su propio punto de fundieron en la cultura de masas, de 
grotesco). El patetismo es la estética vista personal sobre el mundo y las carácter seriocómico, como ha mos- 

fundada en la utopía de la belleza formas particulares de su re ejo car- trado Beltrán en Simbolismo y Moder- 

perfecta, y el “didactismo”, en la
gado de imágenes”. Podría decirse nidad (2015). Cuando la seriedad y la 
del bien supremo. Surgió así “la alta que la seriedad mira con resignación risa se combinaron concibieron una 

cultura, con sus disciplinas y reli- hacia el pasado e intenta conservar nueva estética: el realismo —Beltrán 

giones celestes administradas por la el statu quo, en tanto que la risa mira la llama “simbolismo”—. El mayor 
casta sacerdotal”, situándose en una esperanzada hacia lo nuevo y el fu- desafío de la Modernidad tiene que 

dimensión elevada, mientras que el turo. Por ello, sus grandes símbolos ver con aquel salto vertiginoso del 

espíritu del mundo de la tradición son el cambio, la renovación, el cre- sapiens: nos hallamos sin rivales en 
fue relegado al dominio de la cultura cimiento, la abundancia, la máscara, la cúspide de un ecosistema que 

popular, a la esfera de lo bajo. Desde el carnaval, las entronizaciones y los estamos a punto de destruir, y nos 

entonces la seriedad se impuso como destronamientos. Las estéticas de
urge aprender a ser depredadores 
valor cultural esencial.
la risa se fundan en la utopía de la responsables. Este reto exige la re- 

A nadie se le escapa hoy que igualdad radical entre los seres hu- gulación de la actividad humana a 

vivimos en un mundo de desigual- manos: con guran mundos utópicos escala global. Nuestra supervivencia 
dades: económicas, políticas, so- liberados de clases y jerarquías, e y la del planeta dependerá de la res- 

ciales, laborales, étnicas, sexuales. intentan representar la totalidad de puesta que demos como colectivo: 

Frente a ellas se yerguen la risa y sus la vida. Debemos a Bajtín y a Beltrán todos juntos, hombro a hombro, 
estéticas. La dimensión festiva de
imprescindibles estudios sobre las solidariamente. Por ello, las estéticas 

la cultura popular mantiene vivo el utopías que orientan las diferentes de la risa y las utopías igualitarias 

espíritu del mundo de la tradición, estéticas engendradas por la hu- todavía podrían rendir algunos de 
que ha entrado ya en una nueva eta- manidad desde la Prehistoria hasta sus mejores frutos.

pa —la era histórica—, y expresa la
nuestros días.






Bibliografía
Bajtín, Mijaíl. La cultura popular en la Edad Media y Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Trad. Julio 

Forcat y César Conroy. Barcelona, Seix Barral, 1971.

Beltrán Almería, Luis. Simbolismo y Modernidad. Mérida, SEDECULTA/ CONACULTA, 2015.
-------. Estética de la risa. Genealogía del humorismo literario. México, Ficticia Editorial/Universidad Veracruzana, 

2016.

Harari, Yuval Noah. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Trad. Joandomènec Ros. México, De- 
bate, 2014.




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