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Tiempo de utopías


Remando hacia Utopía



Carmina Martín













































Contra el neo-liberalismo. (Óscar Baiges)




Aquella mañana te levantaste El hombre que habías conocido ¿Cuántas jornadas habían 
más temprano que de costumbre de unos meses atrás te contó donde es- pasado desde aquella? Ese ya no era 

ese suelo en el que noche tras noche taba y lo sencillo que era alcanzarla:
un dato significativo, ya estaban 

depositabas tu cuerpo cansado. Las “El viaje será rápido y seguro, pagados los tres pasajes. Ahora
horas pasaron rápidas, los hilos de tan solo hay que aprovechar el era el momento de visitar a los 

luz que lanzaba la luna atravesaban momento en el que las aguas estén familiares, agradecer esa ayuda sin 

las grietas de la techumbre.
calmadas. El coste, tres mil seis- condiciones que habíais recibido.
Las jornadas de los últimos me- cientos dólares por cabeza, con un Los mayores lloraban, com- 

ses fueron mucho más largas que las espacio para cada uno. Al llegar
prendían y no entendían esta mar- 

habituales, era necesario realizar el al otro lado tendréis una casa, un cha. Envueltos en una tela blanca 
último esfuerzo, ya habías entregado trabajo valorado y que realizarás te entregaron unos trozos de carne 

todas las monedas, sembraste la es- en jornadas dignas que te permi- seca. Ella está amamantando al 

peranza en unas viejas tablas que te tirán tener tus momentos de des- bebé, la madre tiene que comer. 
llevarían hacia Utopía.
canso, tu hijo asistirá a un colegio Las palabras se quedaron engan- 

De niño, cuando asistías a las a la vuelta de la esquina donde los chadas en tu garganta cuando tu 

clases de la escuela, que se encon- niños no recriminarán su color y abuela te dio cuatro pares de alpar- 
traba a diez kilómetros de la aldea, su madre no tendrá que esconderlo gatas de esparto que había tejido 

cayó en tus manos el libro de Tomás de nadie que quiera reclutarlo para “—con esto iréis bien, no le digas 

Moro y aquella isla pasó a ser tu esas guerras sin fin, los tres seréis a tu madre las horas que tenéis que 
sueño, tu  n, el espacio en el que aceptados en la comunidad con andar—” te susurró al oído. Ella 

querías vivir, tu espacio.
tolerancia y respeto”
no lloró.


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