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inclina. La sosería de este lleva a de 1990, con un Depardieu a mi jui- ver, la ha citado allí sin concretar la 

Cyrano, que desea la felicidad de cio menos convincente, en el papel fecha. Pese a ello, van enredándose 
Roxana, prima suya y compañera
del espadachín de la nariz iera y en una relación limpia, prestándose 
de juegos infantiles, a prestarle su quevedesca.
apoyo mutuo, ieles cada uno a su 

voz y su estro en una inefable escena Repito que el idilio malogrado propia lealtad, a sí mismo él y a su 
nocturna. Roxana en su balcón, el 
de Noches blancas nada tiene que ver anhelo, al recuerdo del viajero ella. 
vano Christian abajo, sin saber cómo con el amor escondido del Cyrano. Simpatizan, el soñador y Nástenka. 

cortejarla ni qué decirla; y, ampara- Es un relato poético de una fuerza Las noches blancas trenzan un nudo 
do en la sombra, Cyrano recitando, 
evocadora y un ambiente pleno de que es mero embeleco, dotado de
en lugar de aquel, poéticas endechas energía poética que a mí, no lo ocul- la fulgurante belleza de lo ilusorio. 

que han de rendir la voluntad, ya to, me atrae mucho más. La bella Porque él se ilusiona; pero ella pone 
propicia, de Roxana, velando sus Nástenka, deliciosa muchacha, es 
condición a la amistad que los va 
sentimientos propios: “El alma que s“incera, no juega ni pide endechas.
uniendo: “no me haga el amor, no 

ama y revelarlo no osa / con la razón podría ser de modo alguno”. Será 
se encubre, pudorosa”. Cyrano y 
El idilio malogrado su amiga, “pero otra cosa no, se lo 
Christian van a la guerra y en plena ruego”. Y el soñador, venciendo su “
de Noches blancas nada 
batalla muere Christian, por fortuna creciente ardor, se lo promete.
para el argumento. Cyrano ha toma- tiene que ver con el amor Hasta que, en la última noche, 

do, cuando vivía aún aquel, su lugar escondido del Cyrano.
el amado ausente llega. La recono- 

para escribirle cartas inlamadas a ce, la llama y Nástenka acude y ani- 
Roxana que, luego, ella guarda como da en sus brazos, trémula, ansiosa. 

un tesoro. Cyrano, resignado, había Está enamorada de otro, espera su Vuelve al soñador y se despide de

dicho: “Mucho corazón me quitas, / prometida vuelta de una ausencia él con un beso en los labios. Acto 
mucho tengo para amarte”. Algo lle- obligada y se lo coniesa al amigo seguido, torna al amante recobrado 

ga a presumir Roxana cuando, tiem- que la noche, rutilante de luz, de y se marchan los dos. “Mis noches 

po en medio, le permite a su primo y Petersburgo le ha regalado como terminan con una mañana” dice
amigo leer en alta voz alguna de las un consuelo eicaz y idelísimo que el narrador. Temprano, recibe una 

cartas suyas y comprueba que sigue alivia el dolor de la espera y de la carta de ella, con protestas de amis- 

haciéndolo, ya cerrada la noche y no duda. El soñador está locamente tad y el anuncio de su inminente 
puede verlas, porque las sabe de me- prendido de su alma hermosa. La casamiento. Él piensa en ella con 

moria. La acción continúa, el tiem- atmósfera del escenario, subyuga- amor y un ferviente deseo de que 

po pasa; Roxana habita en un con- dora y un tanto engañosa, que va
sea feliz le invade. Recuerda el beso 
vento, donde su primo, ya entrado a impregnar la novela, aparece ya
y concluye: “¡Todo un momento

en años, la suele visitar. En una de en el comienzo, cuando el narra- de felicidad, sí! ¿No es eso bastan- 

las visitas, Cyrano llega, moribundo dor anuncia que “era una noche te para colmar una vida?”. Ante 
y herido por la espalda de un ruián prodigiosa” y su cielo “tan hondo
este inal, hemos de preguntarnos: 

y cobarde asesino. Y se acaba descu- y tan claro que, al mirarlo, no tenía ¿expresa, narra en realidad Noches 

briendo todo: Roxana convencida de uno más remedio que preguntarse, blancas un amor fracasado? ¿Po- 
que él la ha amado siempre, siente sin querer, si era verdad que bajo
demos con exactitud, en justicia, 

en lo hondo de su propio pecho el un cielo semejante pudiesen vivir hablar de fracaso cuando queda el 

mismo afecto por él. Le coniesa criaturas malas y tétricas”. Salva a recuerdo, el simple eluvio de un 
haberlo comprendido y Cyrano, al aquella muchacha que lloraba de instante feliz? Si no de forma literal 

negarlo una y otra vez, se contradice pechos en el pretil del canal, cerca y explícita, Dostoievsky deja en el 

y en realidad, lo reconoce: “¡No, no, del Neva, del acoso de un importu- aire esta pregunta. El amor oculto, 
amor mío, / yo no os amé jamás!”. E, no, la acompaña, se hacen amigos. inconfesado durante años, acaso la 

inevitablemente, muere. Él mismo Se producen, en las sucesivas no- vida entera, o perdido cuando, tras 

había escrito su epitaio: “Por su ches que se encuentran, diálogos cuatro noches luminosas de Peter- 
nariz y su espada, / terror de necios, deliciosos, sinceros y cautos a la sburgo, se ve privado para siempre 

reposa / Cyrano bajo esta losa: / ¡lo vez, de una alegría nueva. Amisto- de la menor esperanza, quizá no sea 

fue todo y no fue nada!”.
sas confesiones, en una simbiosis suiciente para caliicar de fracaso 
De mi juventud cinéila, re- que remedia dolores y soledades de la situación, sin embargo, doloro- 

cuerdo aquel ilme de 1950, prota- dos seres que suspiran de amor y,
sa. Tal vez no tengamos derecho a 

gonizado por un genial José Ferrer, de modo distinto, de ausencia. Ella llamarlo así, olvidando que fraguó 
encarnando a Cyrano, que tanto me explica su estancia, noche a noche, también para el amador momentos 

gustó. Mucho más que la posterior,
en el lugar: su novio, a punto de vol-
de dicha.


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