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Se dice a veces que nos alimen- con la imagen del recuerdo de la renovados fracasos. Pues gracias a 

tamos sobre todo de fracasos, y es admirada escultura... con la imagen él, a ellos, se vuelve a intentar, una y 
verdad. Y sin embargo... Sin embar- 
ideal de sí mismo que el adolescente otra vez, se perpetúa la búsqueda sin 
go, nos está prohibido proponérnos- quisiera ijar en un fulgor inmortal, in. Se vive.

lo. La intención de fracasar contiene hundiéndose en la catástrofe cuan- 
una imposibilidad: conseguir el 4. Payaso
do comprueba que, naturalmente, 
objetivo sería inevitablemente un el destino de Narciso no podría ser Para terminar (con alegría), 

éxito. Podemos proponernos el éxito otro que ahogarse para siempre en añadiré a esta suerte de collage un 
(¿y para qué?), pero no el fracaso. 
Lo Mismo.
breve texto que escribí para Payasos 
Kipling lo dejó dicho: el éxito y el sin fronteras, que viene al caso. Copio 

fracaso son una pareja de imposto- Kleist propone la solución con y pego:
res. No podemos hacer otra cosa que un rodeo: “Se presenta de nuevo la 

situarnos fuera, en otro lugar, en gracia cuando el conocimiento ha El payaso está solo. Así acompa- 

una posición en la que las palabras pasado por el ininito; de manera ña a todo el que está solo. Frágil como 
éxito y fracaso estén, si no borradas que se maniiesta al mismo tiempo 
una roca, desafía. No tiene nada y lo 
(no sería posible), cuando menos en la estructura corporal humana da. Todo. Su dieta es rica en ibra: con- 

borrándose, borrosas, atenuadas, que carece de toda conciencia y en siste en compartir. No hay mercader 
asordadas, veladas, reducidas a la que posee una conciencia ininita, 
que no lo envidie en secreto. Desco- 
huellas de un lenguaje perdido que esto es, en el títere y en el dios.”
noce las reglas del pavoneo. Ni idea de 

alguna vez, quizá, creímos compren- medidas coyunturales. Entero siempre, 
der, como en sueños. Disposición
Se trata, pues, de la gracia por 
atento a desaparecer. No siendo nadie, 
a acoger el fracaso, como a acoger
oposición a la conciencia. O sea, se se pierde con gusto. Pierde el tiempo. 

el dolor, sin buscar el fracaso, sin trata en cierto modo... del monólogo Ya que está de paso, puede permane- 
buscar el dolor. Si no, cómo actuar, de Hamlet (“the native hue of resolu- 
cer. Si está triste o alegre, no lo sabe. 
cómo vivir.
tion” frente a “the pale cast of thought”): No responde a preguntas. Cultiva

la des-gracia de la conciencia.
la torpeza sin proponérselo. Rico en 
2. Kleist
fracasos, no le salen las cuentas. Sin 
Otra tentativa, a partir del breve Fracaso de la voluntad conscien- meta, sigue ahí, por si acaso ocurre 

ensayo de Kleist Sobre el teatro de ma- te, fracaso del poder, de la arrogan- algo. Doctor en negaciones, tal vez por 
rionetas. Propone Kleist un episodio cia del poder, de las fantasías de om- 
su presencia la vida se airma, en algu- 
bien jugoso. El narrador cuenta que nipotencia del animal humano. Pues na parte, para alguien. Su paciencia es 

estaba bañándose con un adolescen- la gracia huye en cuanto se siente urgente. Su color, el del aire. Por su na- 
te lleno de gracia natural. Reciente- perseguida. Como el amor brujo: 
riz escucha las tormentas del mundo y 
mente habían visto juntos en París “Le huyes y te persigue, lo llamas y las reduce a un murmullo desainado 

la célebre escultura conocida como echa a correr”. ¿Qué hacer, enton- y dulce. Lo que sobra lo ignora. Y hay 
“el espinario”: un adolescente sacán- ces? Y también: ¿qué no hacer? Con 
que ver cuánto sobra. Maldito sea lo 
dose una espina del pie. Por casuali- lo imposible, abandonarlo. Con lo que no es payaso.

dad, al secarse el pie en un taburete, posible, no resignarse, dar un rodeo, 
se vio en el espejo y su imagen le darle tal vez otro tiempo y cambiar 

recordó la escultura. Al narrador
las preguntas, o bien tacharlas por 

le ocurrió lo mismo y quedó des- dar pie a la ligereza.
lumbrado. El adolescente, picado, 

intentó reproducir el gesto, sin éxito, 3. Berger

hasta diez veces, con resultados ri- Otra cita, en otro contexto:
dículos. Durante los días siguientes 

fue presa de la obsesión: “Comenzó “Cada dibujo fracasa a su mane- 

a pasar días enteros mirándose en el ra, particular e impredecible” (John 
espejo; y le abandonaron sus encan- Berger).

tos uno tras otro (...) y cuando hubo 

transcurrido un año, no se podía Cada dibujo, cada pintura, cada 
descubrir en el joven ni siquiera una poema, cada relato, cada novela, 

huella de su pasada hermosura”.
cada ensayo, cada interpretación, 

cada espectáculo, cada coreografía, 
Vértigo de la imagen en abismo: cada canción, cada sinfonía. Ale- 

cómo conspira la imagen del espejo
gría del fracaso, de los diversos y


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