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Creación


Pablo Iruzubieta Agudo



















Humana poesía
“Ofreciéndonos en cada célula una incógnita 

y en cada latido un tema de profunda meditación” 

Lluvia en la ciudad
Santiago Ramón y Cajal. Los tónicos de la voluntad.


A veces, en mi ciudad también llueve Bécquer tenía razón,

y el agua cubre todas las calles
poesía eres tú.
y quiebra los cristales de recuerdos
Y yo y todas las personas de este mundo.

y se inundan los cruces y las tiendas.
No conozco mayor poema, ni más bello,

que la composición equilibrada de un cerebro
La lluvia se iltra en los cimientos con sus millones de neuronas, como letras, 

y el viento grita entre las ventanas coordinándose en versos electrizantes

explotando costillas y tímpanos que paralizan mis manos ante la inmensidad del mar. 
en la funesta noche oscura.
No se me ocurre mayor sintonía, mayor ritmo,

que el de un corazón, lento en la calma

A veces, las nubes de tormenta pero encabritado cuando le miras y le atraviesas,
cubren el cielo de esta villa
con esos ojos tan perfectamente construidos,

y ni siquiera las farolas rasgan tan perfectamente mirados.

ese manto opaco del granizo.
Somos obras de arte que respiran,

Pero al inal todo pasa y se van preciadísimas estructuras, elaborados artiicios

disolviendo las oscuras nubes y, aun así, todo ello queda en nada,
y desgarra los charcos la luz ante la apabullante verdad de la emoción,

quedando un brillo tenue.
del amor, del pensamiento, de la lengua.

Todo es polvo y arena y humo
A veces, parece que olvidemos
comparado con la complejidad del llanto,

que la lluvia limpió esta ciudad
con la dedicación de una madre,

pero en el fondo de los sótanos
con ese soñar que nos desvela.
la humedad aún guarda sus secretos.
¿Existe mayor poema, más allá de vísceras sangrantes, 

que esa capacidad tan sobrehumana

de sentir, de hablar, de crear,
pero, sobre todo, de vivir?



















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