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do se ha convertido en un gran mercado medio. Se descompensa entonces el el mundo a toque de tecla. Temimos
en el que todo se vende o se tra ca, y
frágil equilibrio social y pocos parecen sus efectos secundarios, aunque fuera
en el que las fronteras ahora se llaman entender el calado exacto de la desgra- demasiado tarde. Cuántos pondrán en
aranceles y tendencias, y la hegemonía ciada estampida humana, que huye de duda haber alcanzado la libertad con
que se busca es la económica, cosa que unas fronteras que oprimen o, simple- el engaño. No hay fronteras, nos repi-
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no resulta paradójica teniendo en cuenmente, la convierte en bajas colatera- ten, y podemos comprobarlo viajando
ta que siempre fue lo único importante. les. Nadie hace nada por una sociedad en Google Earth. Una frontera es una
Lo que pasa es que ahora todo es más bastarda, fronteriza en precario a raya sobre un mapa, es la de nición de
desmesurado y, aunque se guerree a través de miles de kilómetros, ausente
la autoestima nacional y, casualmente,
menor escala, las guerras regionales, de lo global, necesitada de casi todo; podría parecer que en estos tiempos
paradigmas de una inusitada crueldad, sociedad de futuro incierto. Asistimos la autoestima ya no depende tanto del
son solo escenarios en los que probar las estupefactos ante la ignominia mien-
factor identitario sino de la in uencia
nuevas armas; los con ictos a otra esca- tras masticamos la impotencia. Sur- de los vecinos. Sin embargo, es contra-
la, los que importan de verdad, se libran gen líderes globales apremiando a los dictoria una relación global dirigida
po r r e m o t a s s e d e s c o r p o r a t i v a s .
muros. Cuanto más altos, menos ob- primus inter pares con el resto de mor-
“jetivos a abatir. Carnaza para Twitter. tales y deja al descubierto la falacia de
Parecemos olvidar de dónde venimos; los placebos contra el anonimato; a
Surgen líderes globales lo de saber a dónde vamos se da por la vez, despierta un efecto retroactivo
apremiando a los muros. perdido. El mar disuelve las fronteras a de fracaso ante la aparición de fron-
los náufragos, pero la costa prometida teras dentro de las fronteras. Tendría “
Cuanto más altos, menos pone precio a sus vidas. Las redes ne- sentido, incluso para no condenarlas,
objetivos a abatir. Carnaza greras son una perversa paradoja de lo discutir la estrategia y el contrasentido
para Twi er
global. El ser humano es una paradoja si al menos el n no justi case los me-
en sí mismo. Se pone en cuestión la dios, pero a la vista de las cosas sería
labor de los que rescatan en cualquier un sarcasmo no admitir la complici-
Como estamos impelidos a con- mar. Se crean nuevas fronteras para dad de causa-efecto; más, cuanto más
sumir, si el bolsillo no llega tenemos ubicar en tiendas de campaña a los se piense. El tiempo va en contra.
un problema. Por eso hay cada vez que estorbarán a los fondos buitre, y la Banderas, fronteras, lenguas,
más pobres y desheredados. La pura muerte no tiene identidad en una pla- identidades, en de nitiva, todo
estadística trasvasa esas carencias a la ya desconocida, aunque salga su foto aquello que separa, recobra un papel
caja de los ricos, que lo son cada vez e“n todas las portadas.
amenazador que nos hace víctimas de
más, y la globalización haría innecesa- un frenesí de contradicciones: por un
rias las fronteras por subliminales; sin lado, los nacionalismos supremacistas
Banderas, fronteras,
embargo, detrás de lo global hay pocos con su discurso de volver a la aldea; “
lenguas, identidades, en
protagonistas, un club cerrado, y es de- por otro, el fenómeno globalizador
masiado grande el pastel como para ir de nitiva, todo aquello que que tiende a una aldea única. Los dos
repartiendo por ahí los bene cios. Ya separa
pretenden lo mismo, paradójicamente,
prevenía de ello el lósofo y educador que no es otra cosa que la domina-
Paulo Freire en 1996. A la política se ción, aunque por distintas vías. Am-
llega por lo económico y su aplicación Por primera vez desde que lo bos movimientos con uyen en una
depende solo de ese factor, no importa global es planetario —entendiendo pinza, no exenta de interrelación. El
la ideología. Acaba ocurriendo que el que somos el único planeta habitado, bizarro dirigente populista necesitará
bucle se reactiva a sí mismo como si que se sepa— se asiste en directo a la de Twitter para que sirva de altavoz a
llevara una batería inagotable y en el materialización real de la frontera. No sus so amas. A los globalizadores les
entresijo de intereses nada es como pa- esas que cruzamos virtualmente du- será muy útil y rentable disponer de
rece. El resultado es una sociedad in- rante el trascurso “gozoso” de viajar en nuevas bases de datos para vender al
fantilizada, cloroformizada, replican- low cost, ni siquiera aquellas a las que mejor postor.
te, compuesta de presuntos diletantes solo algunos cruzan por el capricho Es lo que tienen estos tiempos
que se creen ciudadanos de un mundo de tener sus sellos estampados en el fronterizos. Se vienen a imponer de-
sin fronteras, pero la cruda realidad es pasaporte. ¡No! Hablamos del exacto masiadas mudanzas en el bienestar
que la injusticia hace que millones de sentido de la cuestión: El obstáculo cticio que nos impusimos a sabien-
personas se vean obligadas a emigrar; aleatorio del muro. Entendimos del das de la realidad. Una realidad aga-
algunas, atraídas a los países ricos efecto de inmediatez que trajo la glo- zapada a la espera de una resignada
como las hormigas por la miel; otras, balización como de una nueva virtud rendición, de la dejación en las posibi-
las más, porque no tuvieron más re-
de la que servirnos, que nos acercaba
lidades del futuro.
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