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Playa de Qurum (Raimo Junnikkala)
Sultan Quaboos’ palace Mattrah (Raimo Junnikkala)



construidos en 1650 y pasear por su Ahítos de naturaleza salvaje, to- negro pañuelo a medio caer de sus 

zoco, sus múltiples talleres de artesa- davía queríamos más, y a la vuelta de cabezas. Desde uno de los puntos de 

nía y cerámica y sus calles tranquilas este camino  uvial, nos acercamos, la playa, el más próximo al centro de 
y enrevesadas.
siguiendo la carretera que bordea la Muscat, se divisaba una enorme roca 

Dejamos las secas y pétreas playa, hacia otro lugar muy conocido cuadrada de color plateado hundida 

montañas del noreste y al día si- y visitado por los omanís. Se trata del a medio kilómetro de la playa, de una 
guiente fuimos en busca del agua, un Sink Hall (algo así como “el agujero cegadora y singular belleza.

elemento que, sorprendentemente, hundido”) un salto de agua dulce a Mi amigo y yo terminamos el 

también forma parte de la esencia
escasos metros del mar, un pequeño paseo en uno de los restaurantes ubi- 
de ese país aparentemente desértico. lago de agua subterránea que quedó cados frente al mar comiendo unos 

Nos dirigimos al este del país, donde al descubierto por haberse caído el excelentes pescados y viendo cómo 

se halla la frontera con Yemen. Nues- suelo de la tierra que lo ocultaba. caía la noche y la tristeza por el  nal 
tro objetivo era visitar el cañón del río Una larguísima escalera permite a las del viaje.

Wadi Shad, un des ladero rocoso en familias excursionistas descender a la Quedaron otros interesantes 

las montañas del este donde la natu- orilla, aunque hay jóvenes intrépidos lugares por visitar, tal vez para una 
raleza y el agua son los protagonistas. que se lanzan directamente desde improbable vuelta o simplemente 

Su recorrido en la parte practicable arriba, a más de 20 metros de altura.
para cultivar nuestra imaginación, 

del trayecto es breve, unos 4 ó 5 kiló- Finalizaba mi corta estancia en como las dunas del desierto de Sa- 
metros, más corto que el español de en Omán. Tocaba recorrer los gran- lalah, otro contraste más, al  nal

la ruta del río Cares en Asturias. Pero des almacenes internacionales de la del país, en la frontera con Yemen, 

igualmente apasionante. Desde la ciudad moderna y las tiendas de la transformada en parte en fértiles 
zona de aparcamiento de los coches, zona comercial de la ciudad antigua oasis de frutales tropicales. O los 

para comenzar la excursión, hay que para agenciarme los regalos de últi-  ordos de Kashar, patria de del nes, 

pasar a la otra orilla del río en una ma hora.
donde se puede practicar submari- 
canoa, previo pago de un rial omaní Pero esta ciudad y este país sor- nismo y realizar distintas expedicio- 

por persona (2,40 euros), una mini prendente todavía nos deparaban nes acuáticas.

travesía que dura apenas un minuto. unos últimos momentos mágicos. Atrás quedaba nuestra visión
El resto es una orgía de sensaciones: Un larguísimo y relajante paseo por de unas gentes cultas, abiertas y res- 

el contacto con el agua fría de las nu- la vecina playa de Qurum, donde nos petuosas, extremadamente amables

merosas pozas que salpican el itine- cogió el ocaso de la tarde. Sus arenas y tranquilas, de unos hombres muy 
rario, los saltos de agua desde los que estaban pobladas de familias organi- familiares y amantes de sus hijos y 

te puedes zambullir, el color de las zando su picnic; madres, padres, ni- unas mujeres desenvueltas bajo sus 

rocas bañadas por el sol, la altura de ños y niñas bañándose o jugando con vestimentas tradicionales, conducien- 
las montañas que se divisan a lo lejos cometas; jóvenes corriendo o jugando do sus vehículos, trabajando en co- 

desde el río, las cuevas y los pequeños al fútbol, funcionarias paseando por mercios, bancos, o en las aduanas del 

canales tallados de la misma roca pa- la orilla, descalzas, desinhibidas y aeropuerto, de sonrisa franca, decidi- 
ra conducir agua desde lo alto de las sonrientes, con su tradicional abbaia das y resueltas. Viajar siempre hace 

montañas
(túnica negra) desabrochada y el
caer algunos velos de las miradas.


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